El informe elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente sobre «el Cambio Climático en el Medio Marino Español: Impactos, Vulnerabilidad y Adaptación» describe una situación poco favorable para el Mediterráneo, donde se aprecian ya cambios que en un futuro próximo impactarán sobre muchas de sus especies y hábitats y «en consecuencia sobre la pesca y otras formas de aprovechamiento de sus recursos», asegura el ministerio.

El informe se basa en la revisión de casi 500 trabajos científicos de primer nivel que constata, entre otras certezas, el calentamiento y la salinización de las aguas profundas e intermedias del Mediterráneo Occidental, así como las superficiales, con incrementos de hasta 0,04 grados centígrados por año en el mar que rodea a las Islas Columbretes. A esta subida sostenida hay que sumar la mayor frecuencia de episodios de veranos anormalmente calurosos.

Este fenómeno de calentamiento y salinización progresiva está provocando ya cambios en la columna de agua y en su comportamiento, en las corrientes marinas, y desplazando los lugares en los que se producen «afloramientos» de las aguas profundas que aportan los nutrientes y «krill» que sostienen la vida y parte de los recursos pesqueros.

El estudio constata también que el Mediterráneo ha actuado como una gran colector de CO2. Sin embargo, añade, esta función benefactora se encuentra ya al límite de su capacidad y se ha producido a cambio de pagar un elevado precio: la acidificación de sus aguas, que afectaría negativamente, entre otros, a todos los organismos que tienen un esqueleto carbonatado.

Los trabajos realizados han encontrado síntomas de un mar enfermo como los episodios de mortandad masiva de algunos invertebrados marinos y el declive de especies como las praderas de fanerógamas marinas como la Posidonia oceánica. Todos estos cambios están afectando al crecimiento, reproducción y supervivencia de muchos organismos y favoreciendo la pérdida de biodiversidad.

El estudio constata que en las condiciones actuales, casi todas las especies exóticas que están llegando por el canal de Suez se quedan y acaban convirtiéndose en «invasoras» y que muchas especies propias del Mediterráneo se desplazan hacia el norte buscando aguas más templadas. Entre las víctimas del cambio que se anuncia se encuentran las poblaciones de anchoa, así como los grandes cetáceos. «El progresivo calentamiento del agua podría favorecer -añade el informe- la expansión de dinoflagelados tropicales que pueden provocar problemas de salud humana.

«Aunque falta mucha información sobre muchas especies y procesos, la evidencia sobre el conjunto de impactos total es suficiente como para poder afirmar que todo apunta hacia un Mediterráneo más pobre, de mayor homogeneidad biogeográfica y vulnerable en el futuro», concluye.