Puntúa la calidad del producto, la elaboración y la presentación, pero también la rapidez, el orden en la mesa, la coordinación del quipo y hasta cuánto se mancha uno la chaqueta de trabajo. La selección española de panadería está en Valencia para entrenar ante dos fechas clave: el campeonato europeo que se celebrará en febrero de 2017 y el Mundial, que será en 2020.

La fecha puede parecer lejana, pero no lo es. Sobre todo si se tiene en cuenta que los ocho integrantes de la selección española solo se reúnen para «entrenar» cinco veces al año, en distintos puntos de España. Desde ayer, el Equipo Espigas (así se denomina) está en Valencia, empleando las instalaciones del Gremio de Panaderos y Pasteleros para compartir inquietudes y conocimientos. Este es el segundo entrenamiento del año, pero toda preparación es poca. El nivel de competición es «muy alto».

José Roldán, Antonio Cepas, Javier Molina, Javi Moreno, Unai Elgezabal, Pablo Conesa, Francisco Recio y Raquel López conforman el «Dream Team» de la panadería en España. Son los ocho mejores jóvenes panaderos y provienen de distintas escuelas y ciudades que representan a las principales tipologías de panaderos españoles: los que ya están establecidos, los nuevos panaderos y aquellos que están en formación.

Esta selección inicio su andadura en 2015 de la mano de su entrenador, Eduardo Crespo. «La competición consiste en realizar dos piezas obligatorias (baguette francesa y croissant), dos piezas libres (de pan y bollería) y una artística que, eso sí, no debe tener ningún elemento de sujección que no sea de harina, agua y sal. Todo en un tiempo marcado y con características concretas», explica el seleccionador.

«Por ello „recalca„ el entrenamiento es fundamental. El equipo debe estar muy coordinado, debe entenderse bien y tener experiencia pero, sobre todo, debe divertirse cocinando, debe disfrutar de la competición porque hay muchos nervios y mucha tensión».

Raquel López es la única mujer de la selección, y también la única valenciana. Natural de Dénia, siempre tuvo claro que lo suyo era la hostelería. Y no porque le viniera de familia, ni mucho menos. Asegura que ya desde pequeñita le gustaba y está convencida de que es y seguirá siendo su pasión. Con tan solo 19 años se proclamó campeona europea como integrante del equipo junior. «Nadie imagina el nivel de las competiciones. Ver a los coreanos es como ver la natación sincronizada. Eso sí, entrenan seis meses seguidos. Hay que reivindicar el pan de calidad y en España sabemos hacerlo muy bien», apunta la joven.