No son convocatorias electorales, son odiseas. Y ya van cinco. Desde que entró en vigor la reforma de la ley electoral en 2011, a través de la cual se introducía la figura de voto rogado para los españoles que residen en el extranjero, la participación ha caído en picado. En concreto, un 85 % desde las elecciones de 1989, año en que se registró el mayor número de votos valencianos emitidos desde fuera de las fronteras españolas.

Esta modalidad de sufragio implica de facto pasar de uno de carácter universal a uno censitario, ya que solo tiene derecho a votar aquel que lo pide expresamente, es decir, aquel que «ruega» que se le incluya en un registro, mientras que el resto de electores disfruta de su derecho sin tener que realizar ninguna petición específica.

Este sistema, denunciado en incontables ocasiones por Marea Granate, colectivo que vela por los derechos de expatriados, ha expulsado de las urnas a cerca de 63.000 valencianos, según los últimos datos disponibles ofrecidos por el Ministerio del Interior, los de 2011. De 67.033 registrados en el Censo de Residentes Ausentes (CERA), solo se les brindó el derecho a votar a 6.630 solicitantes. Y de esa cifra, al final solo 3.582 consiguieron mandar su papeleta. Es decir, solo cinco de cada cien valencianos que pidió votar, lo logró.

Un número que contrasta claramente con las anteriores elecciones generales de 2008, cuando todavía no había entrado en vigor la reforma de la ley electoral. En aquella ocasión mandó su papeleta el 28,78 % de los censados, unos 16.200 valencianos, casi cinco veces más que con el voto rogado. El pico de participación de votantes valencianos en el extranjero se dio en 1989, cuando logró participar activamente el 36,17 % de los registrados en las embajadas y consulados españoles (votaron 3.289 valencianos, pero es necesario señalar que no había tantos residentes emigrados como ahora).

Más peticiones y más trabas

De cara a las elecciones del próximo 26 de junio, el panorama se dibuja un poco diferente, al menos en cuanto al número de peticiones de voto. Según Marea Granate, se han quintuplicado. «Esto refleja la gran movilización que está habiendo entre los migrados», explica Miguel López, uno de los portavoces de la plataforma.

Ejemplo de ello es Natalia Alaminos, que lleva tres años residiendo en Londres y nunca hasta ahora se había decidido a pasar por los trámites. Sin embargo, al llegar a la embajada en la capital inglesa, una larga cola y la petición de documentación nueva la hizo volver a casa con las manos vacías. «Es un engorro, no lo ponen nada fácil. Parece que lo que buscan es desanimar a la gente a que vote», explicó a Levante-EMV.

Un trance parecido está pasando Rubén Botella, un navarresino afincado en Quito, Ecuador. «La falta de información es absoluta. Nos han dicho que las papeletas pueden llegar incluso el mismo día de las elecciones. La inseguridad y la incertidumbre es inmensa. Hasta el último día no sabré si puedo votar», relata el joven.

Ante la avalancha de nuevas quejas de los «expats», el Gobierno de España ha decidido ampliar el plazo para registrarse hasta el 6 de junio. Desde Marea Granate han denunciado que todavía no han llegado las claves telemáticas para pedir el voto. Además, quienes constaban como residentes temporales para las elecciones autonómicas ahora deben pasarse obligatoriamente al registro de permanentes porque ya ha pasado un año, un registro que se cierra 50 días antes de las elecciones del 26J. O sea, que muchos puede que no lleguen.