En el imaginario contemporáneo, la valencianía cuenta con dos pilares ineludibles en l'Albufera y los naranjos, ambos con importante protagonismo en la Ribera. El conocido como «Bressol de la taronja» será, entonces, una de las capitales patrias. Carcaixent tuvo la primera explotación comercial de cítricos en 1781. Ese experimento ilustrado «electrizó» „palabras del botánico Cavanilles„ la población, que se lanzó a la expansión del nuevo cultivo, primero de manera tímida, para explotar hacia 1864 de mano de la revolución industrial. Las innovaciones técnicas, la aparición de una burguesía europea que reclamaba fruta fresca y la vocación comercial de la agricultura ribereña convirtieron el cultivo de naranjas en un negocio lucrativo que atrajo inversores y trabajadores a Carcaixent.

Ese esplendor cuenta con un cenit en el primer tercio del siglo XX, con la expansión agrícola y urbanística y la dinamización social y cultural. Delante de la estación de tren está el Magatzem de Ribera (1903), conocido como la Catedral de la Taronja. Un edificio eclecticista con rasgos modernistas que por si solo justifica una visita a Carcaixent. La combinación de materiales, el cuidado trabajo de la forja y madera, la utilización de columnas de fundición o la racionalización del espacio lo convierten en una obra paradigmática de la época. Por las calles de la Missa o Sant Llorenç se hallan las casas de las principales familias locales que, enriquecidas por la naranja, reformaron sus viviendas con el gusto del momento. En la Plaça Major destaca la Parròquia de l´Assumpció, el ayuntamiento y el Palau de la Marquesa de Montortal, con una cocina del siglo XVIII única por sus características y conservación.

Se puede continuar después o por la calle Marquesa de Montortal para seguir admirando las grandes casas cargadas de detalles, o por la calle Santíssim para adentrarse en el casco viejo. Por la calle Julià Ribera se cruzará el ensanche modernista y se halla la Casa de la Reial Séquia (1927), el Casino Musical o la Casa de Ribera. El Passeig (1907) es un espacio plenamente burgués con una estructura urbana agradable y bien pensada, peatonal «avant la lettre», que invita a cogerse la vida con calma. El paseo está vinculado con el Parc Navarro Daràs (1932), quizá la última obra modernista valenciana. Diseñado por Francisco Mora, arquitecto que en 1916 había firmado el Mercado de Colón en Valencia. Carcaixent ofrece tanto que no cabe en estas líneas: L´Hort de Carreres, el Mercat (1933), las calles Sant Roc o Sants, el antiguo hospital, la ermita de Santa Anna, el Asilo, els barrio de jornaleros de les Barraques.