Valencia ha cerrado la cumbre anual de los masones de la Gran Logia de España, en la que han participado este fin de semana casi 300 miembros de los 2.800 componentes de la organización, con un reto. Surgió en el Gran Consejo Rector, máximo órgano de gobierno de la Gran Logia de España y que preside el gran maestro de la orden, el abogado valenciano Óscar de Alfonso Ortega. Se trata de la comunicación y la apertura de los masones regulares a la sociedad. «Hemos de combinar la discreción propias de una institución iniciática que guarda sus secretos, con un acercamiento a la sociedad para que nos conozca mejor», explica Yuri Aguilar, uno de los anfitriones de la Fiesta de la Orden y Venerable Maestro de la Logia Germanies 8, la más antigua de Valencia.

El objetivo, esgrime, es «eliminar el sambenito que persigue a los masones, la imagen negra que aún pervive. La de los 50.000 procesos judiciales que hubo durante el franquismo para reprimir a la masonería, o la de las 8.000 personas fusiladas en España por ser masones», sintetiza Yuri Aguilar. También la Memoria Histórica atañe a los masones, recuerda. Pero lo que verdaderamente pretenden es que la sociedad conozca que los masones no son «ni una secta, ni un lobby ni gente que busca poder», insiste Aguilar.

La organización destacó su crecimiento anual de miembros a un ritmo del 6 %, muy superior al 1 % de las logias de países como Inglaterra, Francia o Italia. «Es una institución viva y con mucho futuro», subrayan.

Durante las rutas turísticas por el cap i casal, la Llotja captó el interés de los visitantes: la construyó un masón (el maestro Pere Comte), tiene columnas helicoidales y antiguamente tenía el cielo azul estrellado y el suelo de damero: todo como los templos masones.