«Hay que quitarle hierro a todo, porque al final, vas, y te mueres». Amigos y compañeros de Manuel Marín, médico y exgerente del Hospital de la Ribera en Alzira durante algo más de ocho años, recordaban ayer los aforismos que el también profesor siempre tenía en la boca, todavía conmocionados tras la repentina marcha de Marín, que será despedido hoy tras morir el lunes de forma repentina a los 65 años.

Marín llegó a la gerencia del departamento de salud número 11 y de su hospital de referencia, el primero del conocido como modelo Alzira, en septiembre de 2007. Conocía la casa perfectamente ya que desde 2000 había sido el comisionado de la Conselleria de Sanidad en el departamento. Defensor de la colaboración público-privada en el ámbito sanitario, apostó por aplicar su planteamiento de vida, ese «hay que ser buenas personas ante todo», que también recordaban ayer sus allegados, también al mundo laboral.

Así, siguiendo las últimas tendencias en gestión, Marín puso en marcha la dirección por valores. Fue en 2012 y, gracias a este proyecto, quiso implicar a los trabajadores en el devenir del hospital bajo cuatro pilares: sostenibilidad, profesionalidad, innovación y trasparencia.

Junto a ellos, Marín puso su «calidad humana», su «bonhomía» y su «humildad» en el día a día de su gestión, que dejaba este mismo mes de enero para jubilarse. «Dicen que el tiempo todo lo borra pero va a costar de olvidar a Manolo, porque ha dejado huella por donde ha pasado», aseguraba ayer Pedro Castillo, uno de sus amigos, compañero de gimnasio y de escapadas a Canet.

Nacido en Requena en 1951, Marín se formó en Medicina y Cirugía en la Universidad de Valencia y se doctoró Cum Laude en 1990. Funcionario de carrera, en 1983 llegó a la Universidad Laboral de Cheste donde fue jefe de los Servicios Médicos durante 14 años, hasta 1997. De ahí pasó a la gerencia sanitaria, al hospital Francesc de Borja de Gandía donde recaló durante tres años justo antes de su entrada en el departamento de la Ribera.