Fabiane Carvalho Miranda era una mujer brasileña que vivía en Santa Pola y sufría de esclerosis múltiple. Pero decidió no rendirse a las vicisitudes de dicha enfermedad. Su filosofía se basó en una fábula: «Hubo un incendio en la selva, todos los animales huyeron... menos un colibrí que se dirigía con un granito de arena hacia el fuego. El león lo vio y le preguntó qué hacía, a lo que el colibrí le respondió que iba a apagar el fuego, y que si no lo conseguía, al menos habría hecho su parte». Bajo esa premisa Fabiane fundó en 2007 la Asociación Colibrí de Esclerosis Múltiple.

Esta entidad ofreció su ayuda durante 2019 a 19 afectados por esta enfermedad y a sus familiares, con la colaboración de la Obra Social la Caixa. Para ello llevan a cabo distintos tipos de actuaciones, con acciones de sensibilización y comunicación orientadas a la ciudadanía en general y otras destinadas directamente a los afectados por la esclerosis múltiple. Además, ofrecen información, orientación y asesoramiento a los afectados y sus familias desde que les diagnostican esta enfermedad neurodegenerativa.

Según explica Leticia Serrano, coordinadora y trabajadora social de la Asociación Colibrí, «la esclerosis múltiple afecta a cada persona de manera distinta, por brotes». A algunos pacientes les afecta más al habla y a otros, por ejemplo, a su sistema locomotor. Por ese motivo realizan «un trabajo muy individualizado». El objetivo final es «adaptar al afectado a las situaciones cotidianas para que no pierda su independencia y mantenga un nivel de calidad de vida aceptable», asegura Serrano. Para ello llevan a cabo desde programas de apoyo psicológico a talleres de fisioterapia, servicios de terapia ocupacional u otras actividades de ocio y tiempo libre tales como risoterapia, equinoterapia o musicoterapia.