Faltan cinco minutos para que Pedro Sánchez dé el pistoletazo de salida a la precampaña „llamémosla así por respeto a los tiempos electorales„ y familias con niños pequeños, militantes con pedigrí y dirigentes locales esperan al líder a la puerta de la habitación donde lo preparan para el mitin.

De abajo llega el ruido de la masa que llena el auditorio de la Casa de la Cultura de Burjassot „1.200 personas es el aforo y es la cifra que aporta enseguida Ferraz„ cuando el secretario general de los socialistas aparece y cumple con besos, abrazos y fotografías antes de entrar en faena.

Los hábitos de conducta no difieren de los de un concierto de rock: entrada entre una procesión de saludos hasta alcanzar el escenario, pantalla gigante y teloneros. Son, por orden, el alcalde del municipio anfitrión, Rafa García; la número uno de la lista por Valencia, Ana Botella; la secretaria de Igualdad del PSOE y consellera de Sanitat, Carmen Montón, y el líder del PSPV provincial, organizador del acto, José Luis Ábalos.

Cumplen con su función de calentar el ambiente para que Pedro Sánchez „en mangas de camisa blanca y remangada„ remate entre gritos de presidente y banderolas rojas al viento. Media hora de discurso sin atril ni papeles. Solvente, sin grandes sorpresas y con el punto de mira fijo en el mensaje con el que ha empezado a recorrer España: «El cambio no tiene intermediarios; quien quiera cambiar que diga sí al PSOE».

La referencia es a Pablo Iglesias. El líder de Podemos y aspirante a dar el sorpasso estatal al PSOE „en la Comunitat Valenciana ya obtuvo 140.000 votos más de la mano de Compromís el 20D„ centra buena parte del discurso de Sánchez. Es tanto o más protagonista que Rajoy.

«La diferencia entre Iglesias y yo „proclama„ es que yo sí que soy de izquierdas». Sus argumentos: que la izquierda siempre ha sido internacionalista y no independentista, ha sido tolerancia y no intransigencia, y no permite, si puede, un gobierno de derechas.

Esa es la acusación fundamental contra el líder de Podemos. Que querrá echar a Rajoy de La Moncloa, sí, pero «siempre antepondrá que no haya un gobierno socialista», afirma.

Son las secuelas del fracaso del diálogo tras las elecciones de diciembre, del no de Podemos a sumarse al acuerdo PSOE-Ciudadanos.

Sostiene Sánchez que los socialistas sí entendieron el mensaje («dejar atrás el 'y tú más'), que la «única victoria que esperan» los españoles «es el acuerdo», que creía que con Iglesias se podía entender, pero que llegaron las «líneas rojas» de este: el derecho a la autodeterminación, los cuatro grupos parlamentarios, la exigencia de la vicepresidencia y, la última, la propuesta de un independiente en La Moncloa. «De aúpa», zanja.

También guarda munición, claro, contra Rajoy: «Hemos sufrido un mal gobierno que ha utilizado la crisis como excusa para precarizar y desmantelar el Estado del Bienestar». Sánchez se presenta como «hijo y padre de clase media», la que en ocho años ha perdido 3,5 millones de componentes y a la que va a defender.

Entre estos polos, el candidato se ofrece en la virtud del punto medio, un centro ideológicamente de izquierdas entre «la pereza de Rajoy» y «la intransigencia de Iglesias».

El mitin suena en clave estatal. Habla de pensiones, de la escurrida hucha de la Seguridad Social, de derogar la reforma laboral, de un plan contra el paro de larga duración, de un acuerdo educativo para detener la Lomce, de una ley de igualdad salarial de las mujeres, de reformar la Constitución para instaurar la sanidad como derecho universal?

La única referencia estrictamente valenciana es al compromiso firmado la semana pasada con Ximo Puig por la mejora de la financiación, el Corredor Mediterráneo y las infraestructuras históricas. Eso, y el reconocimiento de que «el cambio está aquí», en los miles de valencianos que hicieron presidente a Puig. La prueba es la presencia en el mismo día en Valencia de los aspirantes de PP y PSOE a gobernar.

El jefe del Consell, precisamente, es el gran ausente del acto. Montón es la única representación del Gobierno valenciano. Sí están el expresidente Joan Lerma y, en clave orgánica, el secretario de organización del PSPV, Alfred Boix. Al finalizar, de nuevo la melodía y la liturgia de saludos. Y siguiente destino, por favor.