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Entrevista

Javier Quesada: "La fortaleza de un país ya no la dan hoy en día los ejércitos, sino sus empresas y científicos"

«Los Premios Jaime I tienen más sentido que nunca en tiempos de crisis al reconocer el esfuerzo por lograr la excelencia»

Javier Quesada: "La fortaleza de un país ya no la dan hoy en día los ejércitos, sino sus empresas y científicos"

Javier Quesada es un enamorado de las aulas desde que iba al colegio El Pilar de Valencia. Nacido en la calle Císcar hace 66 años, este catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València (UV) no piensa en la jubilación, pues disfruta enseñando en inglés en los grupos de Alto Rendimiento Académico (ARA) de la UV. «Dar clase a estudiantes muy buenos y motivados es un placer», apunta.

Doctor en Economía por la Universidad de Cincinnati (EE UU), Quesada es un especialista en la relación de las nuevas tecnologías con el crecimiento económico. Tras su paso por el Consell, fue director general de Economía de la Generalitat 1995-1998) y director de la Agencia Valenciana de Ciencia y Tecnología (1999-2003), lleva 12 años como «mano derecha» del profesor Santiago Grisolía tanto en los Premios Jaime I como en la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados (FVEA), de la que es director general desde marzo.

Que el premio Jaime I a la investigación básica, que es la piedra angular de todo el sistema de I+D+i, lleve cuatro años sin patrocinador es todo un síntoma de que algo falla, ¿no?

Es una lástima y un peligro que las grandes empresas no se den cuenta de que apoyar un premio es una forma de visualizar la importancia que tiene la investigación para un país y también para ellas.

¿Si no existieran los Jaime I habría que inventarlos?

Sí, porque son un éxito. Quienes los crearon hace ya 28 años se dieron cuenta de que había que impulsar la investigación en España, algo de lo que ahora todo el mundo es consciente y figura en todos los planes estratégicos.

¿Pero, no todos lo hacen?

Yo creo que ya es la hora de pasar de las declaraciones a los hechos y demostrar que los gobiernos, pero también las empresas y la sociedad se toma en serio la I+D+i.

¿Qué importancia tiene para Valencia, con la presencia de más de 20 Nobel en el jurado de los Jaime I, ser un escaparate para la ciencia y el emprendimiento?

Esa es la misión de los premios. A veces hemos escuchado durante la crisis que no estamos en tiempos de premios, pero yo creo que es al revés. Ahora más que nunca hay que reconocer la trayectoria de las personas que con constancia, voluntad y continuidad alcanzan la excelencia, que es básica en ciencia, y últimamente también en emprendimiento.

Una de las novedades de este año es que en cada uno de los seis jurados del premio habrá un joven investigador español que esté trabajando en el extranjero. ¿Podremos recuperar todo ese talento que estos años de recortes se ha visto forzado a emigrar?

Es difícil. Hemos de distinguir entre salir por necesidad o hacerlo por vocación. El científico o el tecnólogo tiene que moverse para desarrollar su vocación investigadora. Volar hay que volar, y cuanto más joven mejor. El regreso depende de que uno ponga en la balanza su interés vocacional o el deseo de volver y ayudar a transformar su país. En España hace falta todavía gente que empuje el país adelante y muchos investigadores regresan con esa ilusión. El problema es que a veces no les tratamos bien. Hace unos años España lanzó el programa de contratos Ramón y Cajal para repatriar a científicos españoles en el extranjero con la idea sumarlos a nuestro sistema de I+D. Los hicimos volver con la promesa de que en el día de mañana nadie les iba a fallar... y ahora que se han acabado esos contratos, el sistema les ha fallado.

Pues si hacen las maletas de nuevo ya no volverán ni «con la frente marchita»...

Va a ser muy difícil convencer otra vez a un investigador que ha hecho un esfuerzo por volver y a los cuatro días ha visto como desaparece la financiación, la estabilidad y le dicen que no hay recursos... Cuando se vuelva a marchar, que lo hará porque en el extranjero los contratarán de inmediato al ser científicos excelentes, se habrá terminado el planteamiento de un nuevo retorno.

¿Cómo define este abandono?

De maltrato. Yo creo que el sistema no debería dar tantos bandazos ni estar tan expuesto a las coyunturas. Aquí estamos siempre dando saltos. En 2002 se creó la Agencia Española de Ciencia y Tecnología, al año siguiente se la cargaron y ahora se vuelve hablar de abrirla de nuevo. Independientemente de quien gobierne, debería haber una única línea de trabajo en innovación, ciencia y tecnología.

¿Por qué cuesta tanto mantener esa estabilidad financiera?

Porque cuando caen los ingresos, la I+D se convierte en un problema para el Gobierno, y eso no puede ser. El sistema de ciencia e investigación tiene que seguir funcionando y los gobiernos, esté quien esté, no dar tantos bandazos.

Todo esto se agrava porque depende casi en su totalidad de fondos públicos y no parece que se vaya a conseguir el objetivo d aumentar la financiación privada...

Tenemos las dos asignaturas suspendidas. Una es que no gastamos suficiente y la otra es que dicha inversión recae excesivamente en el sector público, tanto si se compara España con la UE, como la Comunitat Valenciana con la media del Estado. Como el sector público está tieso desde el punto de vista presupuestario y hemos de ir reduciendo ese déficit, ahí hay poco que rascar. La crisis debe ser una oportunidad para que las empresas que puedan sobrevivir inviertan en investigación, y al invertir innoven, y al innovar transmitan al sistema de I+D+i en que dirección se tendría que mover la ciencia para ser útil para las empresas. Si la ciencia es útil para las empresas lo es también para la sociedad, porque esa alianza crea empleo. La fortaleza de un país no la dan hoy en día sus ejércitos, sino sus empresas y científicos.

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