Los médicos de familia quieren trasladar la lucha contra el tabaco al ámbito privado y legislar también sobre la exposición al humo de los cigarrillos en los domicilios o los coches, como se intentó hacer en el País Vasco en 2010. Así lo ha expuesto esta mañana Joan Ribera, coordinador nacional del Grupo de Abordaje del Tabaquismo de las sociedades española y valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria de forma previa al Día Mundial sin tabaco que se celebra mañana. Pese a entender la problemática de legislar en el ámbito privado, Ribera aseguró que la sociedad española está haciendo "presión" para conseguirlo "y no solo en los ámbitos en los que puede haber menores", según ha apuntado después de recordar que el tabaco está detrás de la muerte de 6.000 personas al año en la Comunitat Valenciana: "es el asesino de 500 valencianos al mes". "Estamos a favor de que se regule aunque sea difícil y ya recomendamos que en los domicilios, si alguien quiere seguir fumando, que se haga sin perjudicar al resto de la familia buscando delimitar sitios de la vivienda para ello", ha asegurado.

Ribera ha comparecido en las instalaciones del Colegio de Médicos de Valencia para presentar los datos valencianos de la última encuesta de la XVII Semana Sin Humo. Las cifras -recogidas a través de 697 encuestas en centros de salud- reflejan, precisamente que la percepción de estar expuestos al humo del tabaco en los domicilios ha crecido y son un 10 % de los encuestados los que se reconocen afectados como fumadores pasivos en sus casas. El facultativo ha recordado que este humo "de segunda mano" es "más perjudicial que el que inhala el fumador" y que todavía un 7,3 % de persona están expuestas al tabaco en bares y restaurantes pese a la ley antitabaco de 2011.

Con todo, la puesta en marcha de la legislación nacional sí ha conseguido aumentar el número de personas que dejan de fumar. De 2009 a 2016, el porcentaje de personas que lo habían intentado ha pasado de un 25 % a un 40,3 % en esta última oleada. Para dejar el hábito o más concretamente la dependencia que conlleva esta enfermedad, casi el 60 % de los valencianos encuestados consideran que una buena manera sería aumentar el precio del tabaco. No hay cifras de cuánto debería costar una cajetilla para conseguir disuadir a los fumadores o a los nuevos fumadores pero sí está establecido que "subir el precio un 10 % hace que aumente en un 4 % las personas que hacen un intento" por dejarlo, ha asegurado.

Ribera también ha puesto el foco en los cigarrillos electrónicos y en la necesidad de que se regulen como el tabaco tradicional por su riesgo ya que "no está científicamente probado que sean un método para dejar de fumar" y no están "supervisados por ninguna agencia sanitaria, los podemos comprar en las tiendas de todo a cien y se desconocen los ingredientes". Los valencianos no tienen tampoco buena impresión de estos aparatos. De hecho más del 79 % de los encuestados creen que los cigarrillos electrónicos "no ayudan a dejar de fumar" y el 73 % cree que debería estar regulado igual que el tradicional.