La Ley Antitabaco de 2011 ha sido efectiva. Hoy por hoy solo un tercio de los valencianos fuma -ya sea habitual o esporádicamente- y en los últimos años ha aumentado drásticamente el porcentaje de personas que lo han intentado dejar, hasta el 40,3 %. Sin embargo, los médicos de familia han detectado que ahora la presión para los fumadores pasivos se ha trasladado al ámbito privado y están decididos a que se llegue también ahí: a los cigarrillos que se fuman de puertas para adentro.

Los diferentes representantes de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria han presentado ante el ministerio propuestas concretas para, al menos, controlar los «malos humos» en el interior de los coches cuando hay niños, como ya se hace en Inglaterra y Gales pero los médicos son conscientes de que dar el paso es «muy dificultoso».

«La propuesta está hecha pero la respuesta es que tienen dificultad para legislar en el ámbito privado. Estamos haciendo presión», aseguró ayer Joan Ribera, coordinador del Grupo de Abordaje del Tabaquismo en las sociedades valenciana y española de Medicina Familiar. Ribera entiende que la presencia de niños es un factor a tener en cuenta pero recordó que el humo del tabaco es malo, lo respire quien lo respire, de hecho, el que expulsan los fumadores es «más dañino si cabe».

«Estamos a favor de que se regule aunque sea difícil y ya recomendamos que en los domicilios, si alguien quiere seguir fumando, que se haga sin perjudicar al resto buscando delimitar sitios de la vivienda para ello», aseguró.

Las cifras de lo que supone esta enfermedad «crónica y adictiva» no dejan lugar a dudas de que es necesario seguir abordando el problema. El tabaquismo está detrás de hasta una treintena de enfermedades y es responsable de 6.000 muertes al año en la Comunitat Valenciana. «Es el primer problema de salud pública en la Comunitat, muy por delante del consumo de drogas ilegales. Es el asesino de 500 valencianos al mes», añadió.

Ribera compareció ayer en el Colegio de Médicos de Valencia para presentar los datos valencianos de la última encuesta de la XVII Semana Sin Humo ante la celebración hoy del Día Mundial sin tabaco. Las cifras -recogidas a través de 697 encuestas en centros de salud- reflejan, precisamente que la percepción de estar expuestos al humo del tabaco en los domicilios ha crecido y son un 10 % de los encuestados los que se reconocen afectados como fumadores pasivos en sus casas.

Para dejar el hábito o más concretamente la dependencia que conlleva esta enfermedad, casi el 60 % de los valencianos encuestados considera que una buena manera sería aumentar el precio del tabaco. No hay cifras de cuánto debería costar una cajetilla para conseguir disuadir a los fumadores o a los nuevos fumadores pero sí está establecido que «subir el precio un 10 % hace que aumente en un 4 % las personas que hacen un intento» por dejarlo, concretó.

Los electrónicos, sin supervisión

Ribera también puso el foco en los cigarrillos electrónicos y en la necesidad de que se regulen como el tabaco tradicional por su riesgo ya que «no está científicamente probado que sean un método para dejar de fumar» y no están «supervisados por ninguna agencia sanitaria, los podemos comprar en las tiendas de todo a cien y se desconocen los ingredientes».

Los valencianos no tienen tampoco buena impresión de estos aparatos. De hecho más del 79 % de los encuestados creen que los cigarrillos electrónicos «no ayudan a dejar de fumar» y el 73 % cree que debería estar regulado igual que el tradicional.

Además casi seis de cada diez encuestados cree que los tratamientos farmacológicos para dejar la nicotina deberían estar financiados y uno de cada tres cree que el empaquetado genérico -todavía por aplicar pese a existir una directiva europea- influiría en reducir el consumo y en no iniciarse para los más jóvenes.