Un sí pero no, y vuelta a la carga. Ése es el espíritu que impregna la «Carta a toda la diócesis de Valencia» que ayer difundió el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, diecisiete días después de su polémica homilía contra el «imperio gay», el feminismo «destructor» y la «ideología de género», a la que siguió su arenga a desobedecer leyes impregnadas por dicha «ideología de género» y el envío de dos cartas privadas al president Ximo Puig y a la vicepresidenta Mónica Oltra donde les espeta: «Me recuerdan ustedes a los tiempos de Franco». En su carta pública de ayer, el cardenal recula a medias. «Os digo, de verdad, con todo mi corazón, que doy por zanjado este asunto, y, por mi parte, retiro aquellas palabras de mi homilía, como no dichas, que hayan podido herir o molestar a algunos».

En este punto, enfatiza: «Ni soy homófobo, ni xenófobo, ni sexista: ¡Dios me libre! Acepto a todos y no excluyo a nadie». Y recalca, con voluntad de rebatir las acusaciones de homofobia, su «respeto» a los gais: «Me dolió particularmente que se me acusase de incitar al odio contra homosexuales y lesbianas, a quienes estimo, los valoro en su dignidad que les corresponde como personas, y me merecen el máximo respeto. ¡Cuántas veces he de repetir esto: el respeto que les tengo a estas personas y mi lamento porque en ocasiones no se les trata como se debe!».

Despejada esa cuestión, el texto con el que Cañizares responde a la polémica se convierte en un duro ataque político contra Ximo Puig y Fran Ferri, síndic de Compromís que preguntó en las Corts por las palabras de Cañizares el pasado jueves. En opinión del purpurado de Utiel, aquellos a los que llama «mis acusadores», dice, «convirtieron las Corts en un Tribunal popular, de tan malos recuerdos históricos».

Al contraataque

Acto seguido, el obispo al que acusaban de incitar al odio acusa ahora al jefe del Consell de incitar al odio contra él. «Tanto el señor síndic de Compromís como el señor presidente del Consell se permitieron unos juicios sobre mi persona verdaderamente infamantes, falsos y calumniosos que incitaban al odio, y arrancaban el aplauso de sus compañeros de ideología que ratificaron aplaudiendo la ignominia que estaba acaeciendo en su presencia».

Después de que Levante-EMV avanzara ayer parte de las cartas enviadas por el cardenal a Puig y Oltra en las que equipara su actitud a «los tiempos de Franco», este periódico ha conocido más pasajes de la misiva al president. En ella, el arzobispo no utiliza la palabra «indecente», como informaron ayer fuentes de la Generalitat por error de transcripción. Sin embargo, las acusaciones son tanto o más graves. «Me ha defraudado usted como persona, que erróneamente creía amiga, y como president del Consell», le escribe el cardenal. Al no decirle en persona lo que sí dijo en las Corts, Cañizares le recrimina: «Esto es una señal de cobardía o una traición hacia mi persona».

Respecto al posible fomento del odio que Puig le atribuyó por sus palabras sobre el «imperio gay», el arzobispo le replica en la carta privada: «¿Cómo se atreve a decir semejante estupidez y falsedad a no ser que esté influido por otros?». En otro pasaje de la misiva que molestó enormemente a Puig, Cañizares escribe: «Es falso y calumnioso e infame que esté fomentando el odio contra nadie». «Siento que usted se haya aprovechado de la inmunidad parlamentaria», agrega.

El enfrentamiento institucional con el presidente de la Generalitat llega más lejos. El príncipe de la Iglesia que entró en el último cónclave de la Capilla Sixtina vincula las últimas críticas de Puig y Oltra con la reacción política a sus declaraciones sobre los refugiados («caballo de Troya», «¿es todo trigo limpio?») que levantaron la indignación generalizada el pasado otoño. A ese respecto, y comparando las reacciones, Antonio Cañizares se pregunta: «¿Casualidad, pura coincidencia, o plan y estrategia preestablecidos?¿Les estorbo, les soy molesto, y quieren acabar conmigo?», interroga. Y lanza una pregunta más: «¿Soy yo quien fomenta el odio, o lo fomentaron contra mí otros en otros ámbitos, como ahora en las Corts con sesiones como la celebrada el jueves pasado, con juicios y palabras de consecuencias imprevisibles y no deseables?», escribe el prelado.

En la última parte de la carta „que ocupa una página y media del próximo número del periódico diocesano Paraula„, ofrece el «perdón» a quienes le han ofendido pero a cambio espera «reciprocidad». Pide que «rectifiquen» y que, además, «dejen de acosar a la Iglesia» y «a personas e instituciones de Iglesia».

«Destructora de humanidad»

Aparte de esta carta extraordinaria, el cardenal Cañizares publica una nueva misiva semanal cuyo título sintetiza su posicionamiento: «Arrodillados ante Dios, no ante el poder». El cardenal vuelve a ser tajante en su alegato de que «no hay que obedecer» las leyes que no considere justas. Y recalca sus palabras que sembraron una de las polémicas de estos días: «No adoramos ni nos postramos ante los poderes de este mundo», dice. Sin mentarla, hay una referencia implícita del arzobispo a la inminente ley del Consell para personas transexuales. «Valencia no se merece eso, ni puede ser punta de lanza en la aplicación de tal ideología insidiosa y destructora de humanidad», escribe.