Dolores de cabeza, dolor abdominal, vómitos, tristeza, bajo rendimiento escolar€ Son muchos los menores que acuden a la consulta del pediatra con unos síntomas difusos que no encuentran explicación por muchas pruebas que se les realice y que suelen desaparecer en fines de semana o vacaciones. En ocasiones son manifestaciones psicosomáticas del mal rato que los niños están pasando en el colegio al ser víctimas de acoso escolar y ciberacoso.

Los pediatras, junto con los padres, son los primeros que deben estar alerta y preparados para reconocer el problema y trabajar, también en prevención, sobre los peligros de las redes sociales. Para ello, el 64 Congreso de la Asociación Española de Pediatría, que reúne hasta hoy sábado a 2.000 profesionales en Valencia, contó ayer con la participación de la inspectora jefa Esther Arén, delegada provincial de participación Ciudadana de la Policía Nacional en Madrid, la unidad encargada de trabajar en prevención en el ciberacoso.

Arén aseguró que padres, pediatras, docentes y policías deben trabajar juntos en la prevención de este problema que afecta, según un estudio de Save the Children a un 5,8 % de los adolescentes de 12 a 16 años. «Lo asumen como si fuera la mili y eso no puede ser», aseguró ayer la inspectora jefa que apostó por conocer más del mundo digital para poder estar alerta. «Ellos son generación digital y quizá padres o profesores no, pero hay que estar ahí y conocerlo para prevenir. Cuando un niño se suicida siempre se pregunta qué ha pasado pero nunca qué hemos hecho mal», explicó. En este sentido, la responsable insistió en que, muchas veces, los docentes no actúan «por desconocimiento jurídico». «Antes pensaba que era por dejadez pero es por desconocimiento jurídico. Se trata como conflicto lo que, realmente, es un delito», aseguró.

En este sentido, instó a comunicar los problemas detectados ante la Policía o la Fiscalía ya que los menores «son inimputables pero el delito de vejaciones o amenazas está ahí». Además, cuando traspasa la puerta de lo físico y entra en el entorno digital -la mayoría de los acosos escolares hoy en día-, la presión sobre el menor se alarga las 24 horas durante los 7 días de la semana por lo que el índice de depresión o suicidio «es mayor en los menores agredidos» de esta forma, según se expuso en el congreso.

De hecho, en la comunidad de Madrid, las charlas preventivas en colegios que se daban a los 12 años, ahora se ofrecen a los 10. «Vimos que llegábamos tarde», explica. «Darle al niño de 14 años un móvil de última generación, sin mostrarle cómo manejarlo con precaución, es como darle a un menor de 18 años un deportivo sin enseñarle a conducir», sentencia.

Falta de pediatras

El congreso sirve también como marco a la duodécima reunión anual de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Sus responsables alertaron ayer del déficit de profesionales en la atención primaria y el problema de afrontar las futuras jubilaciones en el área.

Así, la presidenta de la asociación valenciana, Eva Suárez, criticó que en la Comunitat Valenciana un 30 % de plazas de Atención Primaria están ocupadas por profesionales que no son pediatras y los cupos de tarjetas se disparan.

Las malas condiciones laborales, tanto en sobrecarga de pacientes como en extensión de horarios, hacen este destino «poco apetecible y en algunas consultas las condiciones hace que no quiera ir nadie», añadió Concepción Sánchez Pina, presidenta de la AEPap. Ambas instaron a la administración a mejorar condiciones para hacer más atractivo este trabajo que es «el más bonito de la sanidad».

Youtube: la última barrera de los peligros de Internet

Cuando los chats y el WhatsApp parecían copar los espacios donde se da el ciberacoso, la inspectora jefa Esther Aren apunta a un nuevo nicho de problemas: Youtube. «Los niños siguen a ´youtubers´ que, en la mayoría de casos no están indicados para esas edades», asegura. Entre ellos están algunos tan famoso como Rubius con un «lenguaje inapropiado». La herramienta de vídeos en red se convierte también en expositor para que preadolescentes «cuenten su vida» lo que genera un problema para padres por la exposición de la intimidad pero también es fuente de conflictos escolares y canal para el ciberacoso.