El Premio Nobel de Física 1997 y exsecretario de Energía de Barack Obama, Steven Chu, dudó ayer de que la técnica de extracción a través de la fractura hidráulica -el conocido como «fracking»- fuera «realmente más perjudicial» que otros métodos de extracción tradicionales. El expertó sí alertó, sin embargo, que tras el «boom» que ha experimentado la utilización de gas natural por «fracking», este método de extracción tenía los días contados ya que era una «solución temporal» al sustituir una fuente de combustible fósil por otra.

Chu, que es parte del jurado de los Premios Jaime I, participó ayer en un encuentro con la prensa en el que reconoció que esta técnica, muy cuestionada en España por los grupos ecologistas, estaba relacionada directamente con el aumento de las probabilidades de generar terremotos como ya había sucedido en Estados Unidos. Con todo, concretó que el resto de técnicas tradicionales que conllevasen inyección en el subsuelo tenían este problema.

De hecho, fue una de las razones por las que se canceló el proyecto castellonense Castor de utilizar una vieja cavidad submarina como depósito de gas ya que el inicio de la inyección de gas licuado desató una serie de terremotos en toda la costa valenciana.

El Nobel reconoció, además, que había mucho margen de mejora para hacer más seguro el «fracking» y abogó por ello, al tiempo que incidió en la necesidad de ampliar la cuota de generación de electricidad a partir de energías renovables y, sobre todo, de generar una conciencia energética entre los ciudadanos en busca de la eficiencia en el consumo porque «los buenos hábitos ahorran energía».

Chu aseguró que el objetivo de los países europeos era llegar al 50 % de energía eléctrica producida a partir de renovables en un espacio de 20 años y que su apuesta era hacerlo mejorando aún más la eficiencia y desde la inversión privada y no desde ayudas de la administración que, en el caso de España, habían generado un «déficit» difícil de asumir. Con todo, aseguró que España seguía por delante en renovables al generar la eólica un 25 % del total.

Y puso ejemplos, además, de cómo las pequeñas acciones podían suponer ahorro de energía en casa. Su compañero de mesa, el Nobel de Química de 2009, Venakatraman Ramakrishnan, fue más «escéptico» en el poder de los pequeños gestos pero ambos defendieron que crear «conciencia energética» sería un primer paso para forzar a los gobernantes a hacer políticas globales en este sentido.