El combate contra la leucemia, la lucha contra el cambio climático y la química sostenible han conquistado la XXVIII edición de los Premios Jaime I a la ciencia y el emprendimiento que se fallaron ayer en Valencia. Cada uno de los seis galardones están dotados con 100.000 euros. Antes de la deliberación, los 21 nobel que forman parte de un jurado compuesto por 81 personas, firmaron una declaración en la que claman contra la discriminación de la mujer.

Dos de los seis galardonados este año son profesores de universidades públicas valencianas. Así en la Politècnica de València (UPV) da clases el Jaime I de Nuevas Tecnologías el catedrático Hermenegildo García Gómez. Este científico del Instituto de Tecnología Química (ITQ) de Valencia, un centro mixto de la UPV y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es un referente mundial en el campo de la fotocatálisis, el diseño de materiales que reaccionan químicamente al absorber luz. Para el jurado, este investigador nacido en Canals ha desarrollado catalizadores que permiten «una química más sostenible».

En la Universidad de Alicante trabaja el premio a la Investigación Básica, el microbiólogo Francisco Juan Martínez Mojica. El jurado valora que los nuevos sistemas que ha creado para la detección de secuencias genéticas en bacterias «permiten un diagnóstico mucho más preciso de las enfermedades que éstas producen y explican sus mecanismos de inmunidad». Los Jaime I subrayan que las técnicas genéticas desarrolladas por Martínez Mojica «han supuesto un avance mundial que está revolucionando toda la biología molecular».

El galardón en Investigación Medicina ha sido para la clasificación de los distintos tipos de leucemia llevada a cabo por el catedrático de Anatomía Patológica de la Universitat de Barcelona, Elías Campo Güerri. Los trabajos del jefe de la Unidad de Hematopatología del Hospital Clínic de Barcelona, según el veredicto, sirven para «diversificar los tratamientos» de este cáncer, «mejorando la supervivencia de los pacientes y disminuyendo los efectos secundarios» de las terapias.

Los trabajos sobre cómo el calentamiento global ha modificado la diversidad de la flora y la fauna del planeta le han valido al geógrafo del CSIC, Miguel Bastos Araújo, el Jaime I a la Protección del Medio Ambiente. Según el fallo, el investigador portugués «es uno de los líderes mundiales en el estudio de los efectos del cambio climático».

El economista Albert Marcet Torrens, director del Instituto de Análisis Económico del CSIC, es el nuevo Jaime I de Economía por su contribución a la mejora «de los instrumentos de análisis de los bancos centrales y los gobiernos».

El empresario madrileño afincado en Valencia, Alberto Gutiérrez Garrido, se ha llevado el Premio al Emprendedor. Hace 19 años abrió con siete trabajadores la compañía Aquaservice, que actualmente lidera en España la distribución de agua a través de dispensadores. El jurado alaba la capacidad de Gutiérrez «para generar empleo, innovación y riqueza en torno a un producto básico como es el agua».

Grisolía cede el testigo

En la primera proclamación de ganadores de los Jaime I en el Saló de Corts de la Generalitat que preside el jefe del Consell, Ximo Puig, el veredicto del jurado no fue leído como es tradición por Santiago Grisolía, que en noviembre cumplirá 93 años. El presidente ejecutivo de los premios y alma mater de los mismos desde que los creó en 1989 si que estaba presente pero cedió el testigo a Javier Quesada, su número dos en la fundación.

Puig defendió la importancia de los premios por «poner a la ciencia en la agenda de la sociedad» y acabó sus discurso citando a Louis Pasteur, el padre de la microbiología moderna: «La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de todo progreso».

Por la mañana, en el antiguo convento de Santo Domingo , los 21 nobel „en principio eran 23, pero dos de ellos cancelaron su visita a Valencia a última hora por problemas de agenda„ llamaron al «cumplimiento en todo su contenido» de la declaración sobre la eliminación de la discriminación de la mujer proclamada por la Asamblea General de ONU en 1967. Casi 50 años después los nobel denuncian que la situación de la mujer «continúa siendo fundamentalmente injusta en muchos países». Por ello reclaman que empiece a ser una realidad para ellas «desde el acceso a la educación o el empleo, el alcanzar puestos de responsabilidad o la remuneración salarial» en igualdad con los hombres.