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Abriendo foco

No me toquen "els bous"

Nada nuevo. Estamos ante la colisión de partidos de cuadros contra partidos de masas, como sostiene el clásico.

No me toquen "els bous"

Imaginamos que el recrudecimiento de las polémicas alrededor de los festejos taurinos tienen algo que ver con el arranque de la campaña electoral y que, al tiempo, aparcar las decisiones al respecto para después del 26J como ha hecho el gobierno de Joan Ribó es una medida cautelar encaminada a no ofender a la afición, muy plural por cierto. A parte de estos hechos nihil novum sub sole. Cualquier cronista político tiene difícil aportar nuevos matices a la foto fija de la historia contada. Nuestra política muestra serios síntomas de agotamiento en su discurso y la desafección de la sociedad puede llegar a profundidades insondables si los partidos nos condenan a una tercera cita electoral. Un supuesto nada descartable según las últimas encuestas.

El precendete valenciano. Lo cierto es que la Comunitat Valenciana, además de contener el mínimo común múltiplo del español -el español piloto-, suele albergar el precedente del comportamiento político general. Primero pasan aquí las cosas y luego suelen trasladarse a Madrid. Primero fue el pacto del Botánico aquí y la convulsión interna en la izquierda. Ahora el CIS anticipa la expulsión de los socialistas de los espacios hegemónicos de la socialdemocracia española. Allí, Pablo Iglesias parece más cerca que nunca de la Moncloa y, aquí, Mónica Oltra disputará a Isabel Bonig la Generalitat en 2019.

Acuerdos. Antes de que se sustancien los cambios que se presumen, sin embargo, los contendientes deberán llegar a acuerdos, algo que está por ver. Es curioso que las candidaturas que intentaron alcanzar algún entendimiento tras el 20D -PSOE y Ciudadanos- son las más castigadas en las encuestas para el 26J. Por eso no debemos esperar ningún tipo de veleidad pactista antes de la noche electoral. Por eso es tan alto el voltaje del fin de semana político en Valencia, una de las plazas en las que se dirime la próxima contienda.

Valencia en el centro. Anoche empezó la nueva campaña, hoy estaba prevista la presencia de Cospedal y mañana visitan la ciudad Errejón y Rivera, dos de los «nuevos políticos». Errejón llega crecido tras el sorpasso demoscópico. Y Albert vuelve a desembarcar en la ciudad ante sus huestes, algo confusas. Cuando Rivera aterriza en la Comunitat alivia a su formación. La franquicia local de Ciudadanos sortea sus contradicciones internas a duras penas y junto al padre se parecen a un partido. El drama es que los naranja exhiben su orfandad y su falta de criterio cuando el líder abandona el hotel para viajar a la siguiente plaza.

Dos formas políticas. No hay nada nuevo en la política española. Según ha avanzado el CIS, con todas las reservas que se requieren sobre sus cábalas, la gran batalla electoral vuelve a dirimirse entre esas dos concepciones que distingue Duverger: partidos de cuadros contra partidos de masas. El PP y Ciudadanos, integrados por liberales, centristas y conservadores se enfrentan a un movimiento populista que rescata a los comunistas para apuntalar a la nueva y autobautizada socialdemocracia más el PSOE. En cualquier caso el partido de Montiel e Iglesias se erige como verdadero competidor del PP. Y además podría salirle la suma para gobernar. Los populares y Ciudadanos juntos, siempre según los sondeos, no suman y en esta ocasión de nuevo el PSOE deberá decidir -con su abstención o su voto- si gobierna Iglesias o Rajoy. Pero todo es susceptible de empeorar para los socialistas. La gran maldición sería que tuvieran los votos para dar la presidencia a Iglesias independientemente del resto de ecuaciones posibles. Que no tuvieran excusa, vamos.

Voto hipotecado. La mayoría de votantes acude a las urnas con su voto hipotecado. Ante la duda de la decisión electoral ¿se enfrentan dos modelos de hacer política o, realmente, hay viejos y nuevos políticos muy repartidos? Las fronteras entre la vieja y la nueva política se han roto definitivamente, si es que esa dicotomía orteguiana se sostiene. Cualquier intención de enarbolar la nueva política por estandarte por parte de cualquiera de los candidatos no se aguanta porque llevamos meses asistiendo a un debate estéril, cargado de viejos vicios y topicazos. Eso sí, con otra estética. ¿Qué diferencia a los viejos políticos -los de antes- de los recién llegados? ¿Son distintos los Sánchez, Levy, Sémper, Villacís, Garzón, Cantó o Arrimadas de los anteriormente conocidos? ¿Observan ustedes otro espíritu en nuestros José Muñoz, Fran Ferri, Fernando Giner, Sandra Gómez, Isabel Bonig o Eva Ortiz distinto a la nomenclatura habitual? Creo que hay mucho de antiguo en la nueva política. Que todo no consiste en poner falda a los semáforos criminalizar el vehículo privado u otros gestos -estos más compartidos- como guardar la corbata, dejar la escolta, reducir pompa, hacer dieta e ir en bici. Entre los nuevos políticos hay líderes en ciernes y otros que nunca lo serán. Se les nota porque están siempre verdes, sobreactuados en el gesto.

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