La definición de la palabra valencià „«llengua romànica parlada a la Comunitat Valenciana»„ debería incorporar la siguiente coda: que no sabe hablarla el 49 % de los valencianos, que no la entiende nada o casi nada el 27,6 % de la población, que no es capaz de leerla el 47,1 % de la gente, y que dos de cada tres ciudadanos valencianos son incapaces de escribirla. Ésa es la radiografía que arroja la encuesta quinquenal «Coneixement i ús social del valencià 2015», elaborada por Sigma Dos por encargo de la Conselleria de Educación y Cultura y presentada ayer por el conseller Vicent Marzà.

Entre la batería de medidas que contempla la Conselleria de Educación para ampliar el conocimiento y el uso del valenciano, como los 5,2 millones de euros en ayudas durante 2016, puede figurar a corto plazo una medida de calado simbólico: suprimir la exención a recibir clases de Valenciano que actualmente se ofrece como opción en los 146 municipios de las zonas catalogadas como de predominio lingüístico castellano en la Llei d'Ús i Ensenyament del Valencià. Sólo el 1,6 % de todo el alumnado valenciano „en torno a 12.500, y casi todos de Secundaria„ está ahora exento de la asignatura de Valenciano en el aula.

Preguntado por si el Consell estudia algún cambio normativo respecto a esa exención, Marzà prefirió la pedagogía antes que la respuesta directa: «A los padres no les preguntamos si quieren que enseñemos Matemáticas o no a sus hijos, porque es bueno para ellos, es una oportunidad, y el valenciano es una puerta más», y aludió a que los nuevos funcionarios que entren a la Administración «han de ser capaces de atender a la población en lengua propia». El conseller anunció que aprender valenciano «es un derecho que nosotros hemos de fomentar con toda la fuerza posible, para que se pueda disfrutar en todo el territorio sin discriminación». De todos modos, Marzà insistió en que se ha encargado un decreto de plurilingüismo a expertos de las universidades valencianas y que el posible cambio legal se realizará «en función de lo que digan los expertos».

Tras las reacciones suscitadas a posteriori, como la denuncia del PP de que esta intención es «un nuevo atropello a la libertad de las familias», fuentes oficiales de Educación matizaron más tarde que el conseller «no ha hablado de exenciones ni de que se esté estudiando». Con todo, no garantizaron que la exención se mantendrá a toda costa, y recalcaron que garantizar a todos los niños su derecho lingüístico puede pasar por «fórmulas no cuadriculadas».

Más allá de la cuestión castellana, los niveles de conocimiento de la lengua propia „que Escola Valenciana calificó de «terribles» nada más conocerse el diagnóstico„ son la cara más positiva de un estudio que certifica el retroceso continuado en el uso social del valenciano. Una llengua cada vez más de escola y menos de carrer. Que cada vez se sabe más pero se usa menos. De los diez indicadores de uso social evaluados, sólo en dos de ellos „hablar con los amigos y utilización en redes sociales„ mejoran los datos con respecto a 2010.

Tras un cuarto de siglo

Si se compara con la misma encuesta de 1992, la evolución resulta escalofriante. A pesar de que mida sólo la zona territorialmente valencianohablante (en la zona castellana se da por hecho que su uso social es casi nulo), los niveles son bajos y van en retroceso. Las personas que hablan en casa «siempre» o «generalmente» en valenciano han pasado del 49 al 29 % en los últimos 23 años. Las que usan siempre o generalmente la lengua de Ausiàs March para hablar con los amigos han caído del 39 al 25 %. Las que eligen la lengua propia para hablar en las tiendas y comercios tradicionales han disminuido del 40 al 23 %. Las que escogen el valenciano para comprar en las grandes superficies han pasado del 22 al 15 %. Y las que optan por el valenciano cuando habla en la calle con desconocidos se han reducido del 23 al 18 %.

Así ha evolucionado el uso del valenciano entre 1992 y 2015, fecha de esta última encuesta. En otros parámetros por los que no se preguntaba en 1992, pero que sí hay datos comparativos de hace un lustro, la reducción y los bajos porcentajes son palmarios. En cinco años, quienes hablan valenciano en el trabajo han descendido. En las relaciones laborales internas pasan del 21,4 al 18,7 % en un lustro. En las relaciones externas del trabajo bajan del 16,5 a sólo el 15 %. Y eso que sólo se mide en las zonas valencianohablantes y se excluye a las once comarcas castellanohablantes.

Rubén Trenzano, director general de Política Lingüística, reconoció que «los usos han empeorado» y admitió que eran unas cifras «preocupantes». Pero prefirió subrayar una cifra positiva: un 85 % de personas cree que debería usarse el valenciano igual o más que ahora.