Compartir piso no es solo cosa de estudiantes jóvenes. En febrero de 2o14 un grupo de trabajadores sociales lanzó una iniciativa para que personas mayores con escasos recursos económicos pudieran compartir el lugar donde viven. Así fundaron la Asociación Hogares Compartidos, que mantiene actualmente seis viviendas en las que viven 20 personas y que cuenta con la ayuda de 16.600 euros de la Convocatoria Pobreza y Exclusión Social de la Obra Social la Caixa.

La idea de esta entidad solidaria es juntar a grupos de tres o cuatro personas mayores para que vivan juntos. Allí, en las casas facilitadas, comparten gastos y están acompañados por otras personas que sufren una situación similar. Pero la labor de los voluntarios de la Asociación Hogares Compartidos no se queda solo ahí. Una vez a la semana se acercan a la vivienda «para realizar acompañamiento social, mejorar su calidad de vida y llevar a cabo actividades de envejecimiento activo», según explica Amparo Azcutia, una de las trabajadoras sociales de esta organización. Además, también se ocupan de aportar las fianzas económicas del alquiler, gestionar los suministros básicos como son el agua, la electricidad o el gas, realizar el mantenimiento del hogar o contratar los seguros. Asimismo, también les ofrecen acompañamiento físico en determinadas circunstancias como pueden ser acudir al médico a realizarse unas pruebas o ir al banco a hacer gestiones económicas.

Además, también ejercen la labor de mediadores cuando se producen conflictos, porque al fin y al cabo, en toda convivencia pueden surgir los roces.

Inquilinos que tienen desde 50 hasta 86 años

El rango de edad de los actuales 20 inquilinos de las casas de Hogares Compartidos va desde los 50 años del más joven hasta los 86 del más mayor. No obstante, según explica la trabajadora social Amparo Azcutia, su paso por estas viviendas «no es solo un recurso finalista, sino que en muchas ocasiones supone un paso previo a una asistencia institucional en una residencia o un centro de día». El objetivo es que en estos hogares, las personas que viven en ellos puedan ser «independientes» y que se organicen ellos dentro de los horarios que crean oportunos, explica Azcutia.