La victoria del brexit desató ayer la reacción de los principales líderes de los países europeos. Tras la conmoción inicial, los líderes europeos se han movilizado para afrontar el seísmo político por la decisión del Reino Unido de salir de la UE, con mensajes a favor de la unidad de los Veintisiete mezclados con peticiones de reformas.

Hoy se producirá un encuentro en Berlín de los ministros de Exteriores de los países fundadores de la UE: Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. También a Berlín se desplazará el lunes el presidente francés, Francois Hollande, para mantener un encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel, quien pidió hoy «calma» y «moderación». «El brexit es un golpe para Europa y para al proceso de unificación europea», admitió la canciller alemana Angela Merkel. Este nuevo escenario marca un «punto de inflexión para Europa y para el proyecto europeo», según Merkel, quien apostó por mantener un «unión solidaria y de valores» que aporte «paz, bienestar y estabilidad», y unas relaciones «estrechas» con el Reino Unido.

Para Hollande la marcha de este país «pone gravemente a prueba» a la UE, que «debe concentrarse en lo esencial» para reafirmar su existencia y lograr que se produzca en ella «un cambio profundo». Al igual que otros dirigentes, el jefe del Estado francés está a favor de que se apliquen «rápidamente» los mecanismos de salida.

En medio de la incertidumbre y las voces a favor de la unidad también se han oído claro y fuerte mensajes que reclaman reformas. «Los Veintisiete países que quedamos tenemos que encontrar fuerza necesaria para decir que las políticas fundamentales de la UE deben ser profundamente reformadas», afirmó el primer ministro eslovaco, Robert Fico, cuyo país asume la presidencia de turno de la UE el próximo 1 de julio, y citó expresamente las políticas migratorias y económicas de la UE.

Parecido diagnostico hizo desde Budapest el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien hizo hincapié en la «migración». Por reformar Europa para hacerla «más humana y más justa» abogó ayer desde Roma el primer ministro italiano, Matteo Renzi, mientras que desde Atenas el primer ministro griego, Alexis Tsipras, clamó por un «cambio de rumbo» urgente y una gran alianza progresista para hacer frente al euroescepticismo y a la extrema derecha.

Es también lo que le preocupa al primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, quien desde Copenhague pidió tomar «en serio» el «euroescepticismo» creciente en algunos países europeos. El primer ministro belga, Charles Michel, pidió una reunión extraordinaria en julio sin los británicos.