Mientras Antonio Montiel se deja querer y no descarta en absoluto la entrada de Podemos en el Consell e incluso señala abiertamente las áreas en las que a su formación le gustaría dar un empujón al Pacte del Botànic: Economía, Empleo, Infraestructuras o Territorio, el Consell ha devuelto de un patadón la pelota al tejado de Podemos. En la Generalitat deducen por los propios gestos de Montiel que lleva ya semanas postulándose para entrar.

Pero si el partido que lidera Pablo Iglesias quiere integrarse en el gobierno valenciano tendrá que dejar la ambigüedad a un lado y plantearlo abiertamente a sus socios porque nadie en el Ejecutivo valenciano les va a poner una alfombra roja. Tampoco la vicepresidenta, Mónica Oltra, es una gran entusiasta de la presencia de los podemitas en el Ejecutivo, más bien al contrario. «Si Podemos no ha entrado ya en el Consell es porque no ha querido y no hay obstáculos para que no estén, como tampoco presión para que estén», resumió ayer.

Pero si Podemos no lo hizo en el arranque de la legislatura fue porque prefería el papel de guardián de las esencias del pacto, concluyó que políticamente le resultaba más rentable quedarse fuera y hasta ocho de los entonces 13 diputados se abstuvieron en la investidura de Puig.

En el primer año han mantenido una lealtad que nadie pone en duda, un apoyo desde las Corts que han alternado con algún toque de atención. Pero el gusanillo de la gestión empieza a picar en Podemos, donde la ausencia de visibilidad -pese a que lideran parcelas como la nueva ley de RTVV- la condición de tercer socio, que queda excluido de los seminarios del gobierno, como ocurrió en Morella y de nuevo en Torrevieja, por una razón de peso, que no son gobierno; o los malos resultados de las elecciones del domingo, que han quedado a años luz de las expectativas creadas, allanan la vía a una replanteamiento de la estrategia política.

Puig aseguró ayer que la disposición para escuchar las propuestas de Podemos «es absoluta», pero no respondió con claridad a si una hipotética entrada podría afectar al actual reparto de consellerias entre PSPV y Compromís, cuatro cada uno.