La pirámide de edades de la población valenciana se desangra por donde más duele, en el tramo de edad de 20 a 39 años. Una de las principales causas que explican que cada vez haya menos jóvenes, casi un 30 % menos que hace una década, es que durante los ocho años de crisis „entre 2008 y 2015„ han emigrado al extranjero 215.420 residentes en la Comunitat entre la veintena y la treintena.

El 90 % de este éxodo juvenil, 194.340 personas, lo integran extranjeros que han hecho las maletas en busca de trabajo. Esta emigración tocó techo en 2013, cuando se marcharon 32.243. El año pasado dejaron la Comunitat rumbo a otros países 20.623 jóvenes extranjeros. Esta disminución de casi 12.000 personas, más que un síntoma de recuperación responde a que cada vez hay menos foráneos. En 2012 casi el 17 % de la población valenciana era extranjera, mientras que tres años después dicha proporción ha bajado al 13,2 %.

Lo que no para de crecer es la emigración de jóvenes españoles de la Comunitat. En 2015 se fueron 4.513, la cifra más alta desde 2008 y que casi cuadruplicar los 1.268 que se marcharon dicho año. En 8 años se han ido a otros países 21.080 jóvenes españoles, mientras han llegado tres veces menos (7.146).

Pérdida de jóvenes

Todo esto se traduce en que la población valenciana ha perdido debido por los flujos migratorios exteriores durante los 8 años de crisis 63.149 jóvenes, pues a los 215.420 que han emigrado al extranjero hay que restar los 152.271 que han llegado a la Comunitat procedentes de otros países. El saldo migratorio exterior global en 2015 fue el más elevado de España, con 5.818 personas menos. Se fueron 49.496 y llegaron 43.679. El 42 % de los que se van tienen entre 20 y 39 años.

La hipoteca para el futuro que supone la disminución de jóvenes se agrava porque afecta a las generaciones menos numerosas nacidas durante la crisis de natalidad de los 80 y primera mitad de los 90, que ahora tienen entre 20 y 35 años.

La principal consecuencia de que haya cada vez menos jóvenes se ve al pie de la pirámide con la reducción de nacimientos. Mientras la base se estrecha, la cúspide se expande debido a la mayor esperanza de vida, avanzando ya la pirámide invertida de las poblaciones envejecidas. En 10 años se han triplicado los centenarios y todas las franjas de más de 75 años crecen más del 30 % salvo la muesca de los nacidos durante la Guerra Civil, que tienen entre 76 y 79 años.