La tortuga boba que la noche del sábado depositó 89 huevos en la playa de Les Palmeres, en el término de Sueca, no estuvo sola. Un grupo de jóvenes suecanos se encargó de proteger el animal.

Carles Martí, de 27 años, y su pareja, Rut Roselló, de 25, paseaban por el paseo marítimo pasadas las 23 horas. En un momento dado el joven se sorprendió al ver cómo el animal salía del agua. «Inmediatamente llamé al 112 para informar de su presencia», recuerda. Acto seguido avisaron a sus amigos para que les acompañaran en la custodia de la tortuga.

Desde el 112 pusieron en marcha el protocolo habitual en estas ocasiones. «Acudió enseguida la Policía Local de Sueca, la Guardia Civil y me llamaron desde la Conselleria de Medio Ambiente», explica. Y se activó la Red de Varamiento. A través del mismo teléfono de emergencias le preguntaron por las características del animal marino, y su comportamiento, si estaba quieta o en movimiento. «Me explicaron que si las tortugas están heridas o enfermas, normalmente quedan varadas en el agua», relató ayer a este periódico. «Esta, en cambio, sí que estaba entrando hacia la arena». También le pidieron que intentara proteger al animal de la gente, «impedir que se acercaran mucho a ella, que no le hicieran fotos con flash, para que pudiera poner los huevos».

Carles cuenta que tras salir del agua se adentró en la arena hasta llegar a unos cuatro o cinco metros del paseo marítimo. El grupo de amigos de Carles y Rut estuvieron custodiando al animal para que no entrara al agua. «Le colocamos una sudadera en la cabeza para taparle los ojos y no nos mordiera», relata.