Control en el gasto, exigencia de estabilidad, planes de ahorro, tijeretazo en el capítulo de nóminas, práctica desaparición de las inversiones locales... La Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (Lepsof), aprobada en 2012, tenía como objetivo reducir el agujero de las arcas públicas (principalmente en los ayuntamientos) durante los años negros de la recesión, aumentando los ingresos en lo posible y reduciendo los gastos al máximo. Y parece que el objetivo se ha cumplido, pues cada vez son más los consistorios que al finalizar el año presentan una liquidación presupuestaria positiva.
Así, de los 475 ayuntamientos de la Comunitat Valenciana que a 30 de junio de 2016 habían presentado ante el Ministerio de Hacienda el resultado provisional de la liquidación del presupuesto de 2015, un total de 321 obtuvieron durante el pasado ejercicio más ingresos que gastos. Por lo tanto, el 74 % de los consistorios valencianos presenta superávit presupuestario y el 26 % restante „124 ayuntamientos„ obtuvo números rojos. Aunque aún de manera ligera, esta mejoría en las cuentas queda patente al comparar el resultado presupuestario de 2015 con el de 2014.
Hace dos años, de los 530 los ayuntamientos que presentaron la liquidación del presupuesto (en este caso ya no son datos provisionales sino definitivos), 156 „es decir, el 29 %„ tuvieron más gastos que ingresos. Y en la liquidación de 2008 (año en el que se inicia la recesión) de los 498 ayuntamientos valencianos que presentaron sus cuentas a Hacienda, 253 „el 50,8 %, casi el doble que en 2015„ presentaban números rojos.
Los vecinos pagan más
En total, durante el pasado año los 475 ayuntamientos que hasta ahora han presentado la última liquidación de sus presupuestos a Hacienda ingresaron 4.905,7 millones de euros y gastaron 4.531,2 millones. El balance positivo es, por lo tanto, de 374,47 millones de euros, lo que supone un superávit medio por habitante de estos 475 consistorios de 78,1 euros. En 2014 el balance positivo fue de 237,19 millones (47,5 euros por vecino).
El incremento en la recaudación de los impuestos y tasas el año pasado fue clave para inyectar más fondos a las arcas de los ayuntamientos valencianos. En impuestos directos, indirectos y tasas, los 475 consistorios ingresaron 2.883,7 millones de euros. Es decir, el 58,8 % del dinero que entró en 2015 en las arcas municipales valencianas lo aportaron los propios vecinos. Cada valenciano abonó a su ayuntamiento una media de 601,8 euros (tres euros más que en 2014) por conceptos como el IBI, las plusvalías, el impuesto sobre vehículos y las tasas de agua, basura, certificados, vados, licencias de apertura o escuelas municipales.
Durante los años de crisis, los recursos públicos menguaron y el primer capítulo en el que las administraciones metieron la tijera fue en las inversiones. Sin embargo, superado lo peor de la recesión y coincidiendo con un año en el que se celebraron dos convocatorias electorales (las municipales de mayo y las nacionales de diciembre), los ayuntamientos valencianos sacaron de sus arcas más fondos para gastar.
Así, en 2015 los gobiernos locales gastaron un total de 4.531 millones de euros, lo que supone un gasto medio por vecino de 945,6 euros. En 2014, este gasto medio por vecino no pasó de los 900,47 euros. En 2008 el gasto medio por habitante de los ayuntamientos valencianos era de 1.017 euros, frente a los 1.012 euros que ingresaban por vecino.
De los 945,6 euros de gasto por vecino de los ayuntamientos de la Comunitat Valenciana, la mayor parte (341,55 euros) se ha destinado en 2015 a pagar servicios públicos básicos (los que obligatoriamente prestan los municipios, como seguridad y movilidad ciudadana, vivienda y urbanismo, bienestar comunitario y medio ambiente), a continuación van los 172,19 euros para actuaciones de carácter general (gastos de funcionamiento de los ayuntamientos, incluido el personal) y la deuda pública (170,3 euros, 25 más que en 2014).
