En 1235 Jaume I sufrió un duro revés en su tarea de reconquista. En la antesala de la caída de Valencia, el monarca tuvo que renunciar a tomar Cullera. Un contratiempo dio al traste con su estrategia militar. Las piedras de sus catapultas no alcanzaban el Castillo, en cuyo recinto de protección se hacinaba la población sarracena con su ganado, como así se relata en el «Llibre dels fets». Frustrado, el rey levantó el asedio y se retiró con sus tropas. La fortaleza iniciaba así el relato de un mito que ha perdurado hasta nuestros días, aunque ésta sea una de las caras menos conocidas de una poliédrica ciudad como es la capital turística de la Ribera.

Y es que pese a que cuando se piensa en Cullera resulta inevitable hacerlo en la única bahía, faro y balcón al mar del Mediterráneo de la provincia, lo cierto es que la población ofrece un amplio abanico de posibilidades que van desde los deportes náuticos o el sol y playa hasta el turismo gastronómico. El Castillo de Cullera y la antigua judería, el conocido popularmente como Barri del Pou, son una de las joyas más preciadas del patrimonio valenciano.

Declarado Bien de Interés Cultural, es una construcción de época califal (siglo X). El rey Jaume I entró en él en 1239 cuando le fue entregado de forma pacífica tras tomar posesión del «cap i casal». Como Alcázar real fue residencia de todos los monarcas aragoneses en sus visitas a Cullera. En la capilla Gótica Alberga el Museo Arqueológico. En su patio de armas, en verano se puede disfrutar de espectáculos nocturnos. Para alcanzarlo, es recomendable iniciar el recorrido en los Jardines del Mercado, la plaza Mayor del municipio que se erige como una de las joyas arquitectónicas obra del arquitecto Luis Ferreres.

Por la empinada calle del Calvario, en el antiguo arrabal de Santa Anta, comienza la Ruta Islámica. Es la puerta de entrada el barrio del Pou, sobre el que se originó el antiguo asentamiento musulmán de Qulayra „Cullera en árabe. En el recorrido emerge gloriosa la Torre de la Reina Mora, la puerta fortificada de entrada al Albacar del Castillo de Cullera. Su construcción data de finales del siglo XII o de los primeros años del siglo XIII.

Una vez alcanzada la fortaleza, las vistas a la bahía y la Isla de los Pensamientos invitan a seguir dando saltos hacia adelante en la historia y descubrir el único museo pirata de España, la Cova del Dragut. Cullera sufrió de manera especial las consecuencias de la piratería que atemorizó al Mediterráneo en el siglo XVI. Después, es hora de repostar. La ciudad ofrece una amplia y variada oferta gastronómica, con el plato Paella de Cullera como estrella de la cocina local. Cullera ha plasmado en una enciclopedia turística todos estos y muchos más atractivos, un documento de valor histórico y documental sin precedentes cuya alma mater es el periodista Vicent Borja, coordinador de un equipo de más de 70 mentes talentosas.

El complemento ideal que no debe faltar en su mochila si se acerca a este paraíso a tan solo 25 minutos de Valencia.