Valencia ha sido la primera ciudad en la que Médicos Sin Fronteras España (MSF) ha presentado su balance de 2015. Según Mila Font, delegada en la Comunitat Valenciana, se trata de un año en el que aumentaron las crisis humanitarias en el mundo y estuvo marcado «por la violencia extrema e indiscriminada hacia la población civil», en la que la ciudadanía y los hospitales y servicios médicos también han sido objetivos de ataque, lo que infringe las leyes internacionales.

Los conflictos -como los de Siria, Irak, Sudán del Sur y República Centroafricana- han provocado «más crisis y más graves» y son «respuesta a una política internacional humanitaria inadecuada», según Font. Se trata de conflictos que se están «perpetuando» y «prolongan el sufrimiento de la población». Estas situaciones de emergencia se suman a hambrunas y otras «crónicas» en las que la ONG suele trabajar, por lo que MSF ha multiplicado sus esfuerzos atendiendo a 500.000 personas más que en 2014, en diferentes países y proyectos.

MSF aumentó el número de socios y colaboradores valencianos en 2015. En la Comunitat Valenciana contó con 46.000 (frente a los 33.000 de 2014) y solo en la ciudad de Valencia, 14.000, lo que la convierte en una de las ciudades españolas que más aporta. En cuanto a fondos, la mayoría de los cuales son de origen privado, en 2015 MSF recabó siete millones en la C. Valenciana, frente a los cinco del año anterior. De estos, 186.7000 euros los aportaron 106 empresas valencianas colaboradoras. Además, 33 profesionales valencianos han estado trabajando con MSF en diferentes países del mundo, como el economista Omar Ahmed y del pediatra Xavier Casero.

Casero colabora con MSF desde 2002 y ha estado en varios países. Siempre se ha preguntado cuál es el límite de aguante de las personas y dónde pierden la dignidad y asegura que en cada lugar que ha estado trabajando los seres humanos estaban en peor condiciones que los anteriores. Esto le ha ocurrido en el Congo, Angola, la valla de Melilla y ahora en el mar Mediterráneo, donde ha estado rescatando personas a bordo del Dignity I. Según ha explicado la delegada valenciana, MSF se ha visto obligada a trabajar en el mar, donde nunca lo había hecho antes, viendo el gran número de personas que se juegan la vida para llegar a Europa huyendo de la guerra, la enfermedad y la persecución. «El Mediterráneo se ha convertido en una gran fosa común; la Unión Europea ha fracasado estrepitosamente», afirma Font. Casero explica que en el Dignity salvan la vida a centenares de personas. «Les salvamos, pero también les devolvemos la dignidad que han perdido», asegura. «Les atendemos sin máscaras ni trajes especiales, y les damos un abrazo si están llorando», ha explicado esta mañana.

Omar Ahmed ha vuelto de trabajar en Níger y también tiene experiencia en otras zonas. Cuenta que el enfrentamiento entre el ejército de Nigeria y el grupo armado Boko Haram ha sobrepasado fronteras y también afecta a Camerún, Chad y Níger. En total, se han desplazado 2,5 millones de personas, lo que supondría más de dos veces la población de Valencia. «La población huye de la violencia y además no tiene ningún servicio básico», relata. Y es que, además de unos servicios sanitarios con poca capacidad, la zona también sufre la falta de agua y los desplazados no pueden cultivar ni mantener ganado. Además, Ahmed se ha lamentado de que muchas organizaciones humanitarias «no tienen acceso a las zonas de desplazados por falta de seguridad».

En España, MSF ha ingresado 184 millones de euros en 2015, un 24 % más que en 2014. Los gastos también han sido superiores al año anterior, en concreto un 30 % más, lo que supone 156 millones de euros. El 86 % de este dinero se ha invertido en acciones en el terreno y proyectos. El 94 % de la financiación proviene de fuentes privadas, según los datos que se han hecho públicos hoy en la Nau.