Como hizo en la anterior legislatura fracasada, el PSOE volverá a oponerse a que las confluencias territoriales de Podemos tengan grupos parlamentarios propios en el Congreso porque, según ellos, contravendría el reglamento de la Cámara. Sin embargo, no cierra la puerta a apoyar a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), pese a que no cumple estrictamente los requisitos que establecen las normas del Parlamento.

La portavoz adjunta del grupo Socialista y diputada del PSC, Meritxell Batet, se mostró rotunda ayer al afirmar que En Comú Podem, En Marea y A la Valenciana están en la misma tesitura que en la anterior legislatura cuando, recalcó, «quedó muy claro» que su pretensión de organizarse al margen del grupo de Podemos «iba directamente contra el reglamento del Congreso».

Hace seis meses, las confluencias no llegaron a registrar grupos propios porque PP, PSOE y Ciudadanos ya les habían avanzado que los rechazarían amparándose en el artículo 23 del reglamento, que impide que diputados de un mismo partido puedan constituir grupo parlamentario separado (medida que se tomó para acabar con la multiplicación de grupos socialistas territoriales en la transición) y que lo formen diputados de formaciones políticas que no se hayan enfrentado ante el electorado (prevención contra el transfuguismo).

La postura del partido socialista en Madrid es un escollo para las relaciones de Ximo Puig con sus socios de gobierno en el Consell, que no entienden que el PSOE apoye un grupo propio de Convergència (que no llega al 15 % de representatividad en los territorios donde se presentaba) y no respalde a los nueve diputados que consiguió A la Valenciana el pasado 26 de junio.