Tras una agresión machista, los hijos e hijas se convierten en las otras víctimas de este tipo de violencia. No solo porque pueden llegar a sufrirla directamente, sino porque también viven situaciones en las que se desprenden totalmente de sus etiquetas de «niños». Estos menores han visto con sus propios ojos cómo su padre maltrataba a su madre, o incluso cómo él acababa con la vida de ella.

En el caso de la Comunitat Valenciana, 35 han sido los niños que desde 2011 quedaron huérfanos. Y no solo eso, en 2011 se produjo un caso de violencia machista en la que el menor también fue asesinado, así como en 2013 y 2015. Este año han sido cuatro las mujeres asesinadas por sus parejas, dos en Valencia, una en Benidorm y la última, el pasado miércoles, en Benicàssim. Los hijos de esta pareja fueron heridos durante el asesinato de su madre y continúan en el Hospital General de Castelló. La niña, de 11 años, fue trasladada el viernes a planta, mientras que el niño, de 13 años, continuaba grave en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a las heridas causadas por su progenitor. Junto con otro menor, ya son tres los niños huérfanos de madre en lo que llevamos de año.

Se inicia el proceso judicial

Sin embargo, los menores de edad cuando se producen este tipo de agresiones no son abandonados por las instituciones en ningún momento. Tras una violencia machista, se pone en marcha todo un proceso que se inicia primeramente en el juzgado. En el caso de que la pareja tenga hijos, la institución judicial resuelve en primer lugar la situación de los niños. Si la madre ha sido asesinada, el juez estudia si existe familia extensa, es decir, si algún familiar tanto del ámbito maternal como paternal puede hacerse cargo de los pequeños -en teoría no hay ninguna prioridad entre las dos familias-.

Para ello existe un gabinete psicosocial que analiza a los parientes y determina si son aptos para la futura educación de los menores o no. En el caso de que la madre de los pequeños haya sido agredida, el juez decide sobre quién se hace cargo de los menores, es decir, a quien pertenece la patria potestad y qué régimen de visitas se estipula entre los progenitores.

Para que la custodia sea retirada definitivamente al padre, debe haber alguna causa grave que afecte a los menores, es decir, que perturbe su desarrollo ya que el hecho del maltrato a la mujer, no es motivo suficiente para retirársela. Fuentes jurídicas consultadas indicaron que la ley no permite al presunto agresor solicitar la custodia compartida de los hijos e hijas. Sin embargo, la ley sí contempla que el agresor pueda pedir la custodia única. Si bien no es lo común.

La tutela de los menores

El juzgado adopta así una serie de medidas cautelares que duran 30 días -prorrogables-, entonces es el momento en el que la mujer puede decidir si interponer una demanda de separación o de divorcio para que éstas medidas se adopten definitivamente. En el caso de que lo haga, esta sentencia regula la situación de los menores y establece un régimen de visitas definitivo hasta que estos sean mayores de edad.

En el caso de que se produzca el asesinato de la mujer por parte de su compañero sentimental, los pequeños suelen quedar a cargo de la familia materna pese a que la familia del progenitor también solicita un régimen de visitas para poder estar con ellos. Estos parientes se desligan así de los hechos llevados a cabo por el agresor. El maltratador, por supuesto, queda privado del ejercicio de la patria potestad mientras está en la cárcel o en el caso de que así lo decida un juez, en el caso de que quede en libertad. Su derecho de ver a los menores desaparece pese a que la obligación de su manutención se mantiene.