Antes muerto que sin mi sombrilla. Podría ser el título de la parodia de una famosa canción pero también, posiblemente, lo que debieron pensar quienes ayer, antes de las ocho de la mañana se plantaron, como cada día, con sus sombrillas en la playa de Gandia para guardar sitio. La diferencia con las jornadas anteriores fue, que, en este caso, no las abandonaron y se quedaron junto a ellas para evitar que los servicios municipales de limpieza, a indicación de la Policía Local, se las llevara. Desde el Ayuntamiento, en todo caso, indicaron que el aviso ha surtido su efecto y no solo se ha logrado que los propietarios se queden junto a sus aperos, sino que, además, había muchos menos que en otras jornadas.

La reacción de los bañistas, por tanto, fue muy rápida y solo un día después de que el Gobierno local avisara de que se iba a llevar a cabo la retirada de los trastos de playa que estuvieran abandonados, los habituales de esta práctica tomaron las medidas oportunas para evitar la molestia de tener que ir a buscarlos al retén de la policía.

Ayer, en la playa, entre los bañistas, eran mayoría los que defendían la decisión del consistorio. Y es que, aunque hace años que se repite esta situación, en las últimas semanas habían sido muchas las voces que se decían estar «hartas» de la misma.

Este periódico pudo hablar con varias personas de las que habitualmente colocaban su sombrilla para reservar espacio y se marchaban. Un hombre, vecino de Guadalajara que no quiso identificarse, lo justificaba «por los niños». «Yo vengo con los nietos y es mejor estar cerca de la orilla para controlarlos», apuntaba.

Otro bañista, aunque aseguraba que él no es de los que deja la sombrilla, lamentaba que «el Ayuntamiento está creando un problema donde no lo hay».

Llama la atención el perfil de turistas que se ubican en la primera línea de la playa de Gandia para reservar. Y es que, en lo que muchos testigos coinciden es en que son mayoritariamente personas jubiladas las que bajan con la sombrilla con los primeros rayos del sol a guardar el sitio lo más cerca del mar posible para que después se ubique toda la familia.

De hecho, este periódico pudo comprobar de primera mano, cómo, en algunos casos, las hamacas para tomar el sol están literalmente dentro del agua.

Al contrario, Eneko Torres, un turista de San Sebastián, indicaba que «me parece mal que venga alguien a las ocho de la mañana, deje su sombrilla y se vaya, así que muy bien por el ayuntamiento».

En el consistorio hay satisfacción por la buena acogida de la medida en general e insisten en que no habrá sanciones y que se trata de una acción «coercitiva».