No es una cuestión festiva, sino de seguridad pública. Desde 2007 ha habido 6.505 heridos y 31 muertos en los bous al carrer de la Comunitat Valenciana. Reforzar la seguridad es una preocupación constante en esta actividad de riesgo. Y en aras a ese objetivo, uno de los planes que se abordarán nada más transcurra el verano es un cambio en las barreras que cierran el recinto y sirven de refugio. Se pretende hacerlas más eficaces en la protección de los participantes.

Según los expertos, hay menos siniestros de lo que se cree por un cara a cara con el bou. Los accidentes que más proliferan, en cambio, se producen junto a las barreras cuando el animal se acerca a ellas y el público corre a protegerse.

El problema es que hay ocasiones en que estos elementos arquitectónicos „regulados por ley y que deben ser visados por un arquitecto para poderse iniciar el festejo„ no absorben con suficiente rapidez y cantidad el flujo de participantes que corren a protegerse. Ahora, una propuesta técnica elaborada por el arquitecto más veterano en esta materia, Manuel Martínez Rey (miembro de la Comisión Consultiva de Bous al Carrer), ya está encima de la mesa para ser incorporada al decreto de bous al carrer en la próxima reforma tras su correspondiente discusión.

Las reformas son aparentemente simples, pero se espera que sean muy efectivas en la reducción de accidentes.

Cadafal: cegados en la esquina En primer lugar, los cadafals: las plataformas con barreras verticales desde las que ver el festejo o guarecerse y en cuya parte superior también hay público. En estas estructuras de protección, cierre y delimitación del recinto se va a cegar con una plancha uno de los huecos de cada esquina.

Actualmente existe riesgo de colisión en los dos pasos que conforman una esquina. Si un participante entra por uno de esos dos pasos y otro corredor entra por la otra parte al mismo tiempo, chocan y pueden quedar a merced del astado sin ninguna protección. Cegando uno de los vanos de cada esquina por los que entran los corredores al cadafal, se consigue que sólo exista un paso. También se propondrá que los voluntarios controlen el aforo de los cadafals para evitar que se colapsen de espectadores pasivos en su interior y no sirvan para su principal función: la protección de los participantes.

Barrera vertical: raya en el suelo Las barreras verticales „conformadas por un bastidor y barrotes verticales que impiden el paso de la res„ arrastran ahora un problema que, sin ir más lejos, se cobró una víctima en Museros el año pasado. El público que contempla el festejo desde detrás de los barrotes no se retira cuando llegan corriendo los participantes acuciados por un toro. Los corredores no pueden entrar a la otra parte de la barrera porque está llena de gente y quedan expuestos ante el animal.

La propuesta planteada por el arquitecto Martínez Rey „con alguna prueba piloto ya realizada„ es obligar por decreto a que se pinte una raya amarilla en el suelo detrás de los barrotes, a una distancia de entre 2 y 3 metros, para que los espectadores se sitúen detrás de esta marca y no ocupen el espacio de seguridad. Así, la entrada por la barrera vertical estaría libre y permitiría absorber mayor flujo de participantes.

Barrera de tijera: encadenadas Las barreras de tijera (las clásicas, las de tablones horizontales) deben estar ancladas mediante argollas estables. Ahora lo que se quiere exigir, obligatoriamente, es que se aten entre sí las barreras de tijera situadas una al lado de otra para que colaboren en el esfuerzo de soportar la embestida del animal.

Estas medidas aparecen recogidas en un dossier elaborado por Manuel Martínez, con la colaboración de la Federació de Penyes de Bous al Carrer. «Se trata de pulir el decreto, que de por sí es muy bueno en materia de elementos estructurales en comparación con el resto de comunidades», explica Manuel Martínez Rey, que certifica la validez de los elementos arquitectónicos en más de cien municipios y que ya participó en el primer decreto que regulaba los bous al carrer, de 1989.