­Curso de boxeo y de body combat para los presos de la cárcel de Picassent. Ya llevan más de un mes practicándolo en el polideportivo de la Unidad de Preventivos a las órdenes de un recluso, que ejerce como profesor, y que cuenta con una «larga trayectoria penitenciaria» tras haber sido «condenado por abusos sexuales a menores». Así lo denunció ayer la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip), que considera que esta actividad autorizada por la dirección de la prisión «pone en grave riesgo la seguridad de los trabajadores y de los internos». «Las técnicas que se imparten en ese curso pueden ser utilizadas en cualquier momento contra los trabajadores», lamenta el sindicato de trabajadores. Ni la dirección de la prisión de Picassent ni la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias quisieron dar su versión ni responder ayer a Levante-EMV.

Cuando solicitaron a la dirección de la cárcel que revocara la autorización de este curso y paralizara la actividad, el máximo responsable del centro penitenciario se negó a dar marcha atrás y alegó que consideraba que la práctica del boxeo y del body contact fomenta el autocontrol y la disciplina en los internos y es beneficiosa para los reclusos, según informa Acaip. «También el yoga o el taichí fomentan esos valores de disciplina y autocontrol; no hace falta organizar actividades que en otros ambientes no generan problemas», explica un portavoz de Acaip.

De nada ha servido su queja. El curso continúa en marcha. Para los hombres internos en ocho módulos, los miércoles y viernes de cinco a siete de la tarde, y los sábados de once a una del mediodía. Las reclusas de dos módulos distintos pueden practicar boxeo y body combat los lunes, los miércoles y los viernes. «Son unos 25 o 30 boxeadores por cada sesión», aseguran fuentes de Acaip. En total, muchos más se han enrolado en esta actividad. El sábado, además, practican la actividad sin control de funcionarios por la falta de personal disponible, según afirma el sindicato.

Entre las preocupaciones denunciadas por Acaip figura el material requerido para la actividad: varios sacos de boxeo, más de cuarenta pares de guantes, protectores de cabeza y piernas y varias cuerdas de unos dos metros de longitud. «Todo ello, aparentemente, sin ningún tipo de inventario y control», agrega el sindicato mayoritario de la prisión. «Unas cuerdas de tales dimensiones son consideradas siempre un objeto prohibido dentro de los centros penitenciarios, ya que pueden servir para realizar una fuga», agregan las mismas fuentes.

Ningún problema hasta ahora

El sindicato expresa su malestar por lo que ellos entienden que constituye una paradoja: «Mientras a los internos se les enseñan estas técnicas y se invierte gran cantidad de dinero en adquirir el material para ello, a los trabajadores se les obliga a realizar en su tiempo libre los cursos que les permitan librarse de sufrir una agresión».

Conclusión: «A los trabajadores que son los que sufren las agresiones se les ponen todas las dificultades posibles, y a los internos se les instruye en deportes violentos». Hasta ahora no se ha producido «ningún problema», reconoce Acaip. «Pero en un momento de tensión puede ser que pongan en práctica las técnicas aprendidas», agrega un portavoz.