Una maqueta del arquitecto Santiago Calatrava cubierta con la primera tela que encontraron en un vestuario abandonado de Castelló. La imagen encierra tanta carga simbólica que sobran los matices. La desaparición de la maqueta de la Fórmula 1 y de los dos scalextric que la Generalitat popular paseó durante años por lo más granado de las ferias turísticas como símbolo de la nueva grandeza de los valencianos también resulta una formidable alegoría de aquel tiempo pasado.

La vicepresidenta, Mónica Oltra asegura que el Consell va a remover todas las instalaciones de la Generalitat para encontrar la maqueta y los scalextric desaparecidos, porque costaron mucho dinero a los valencianos. «Queremos conservar las herencias inútiles porque se han pagado bien caras; costaron una millonada pero son nuestras», dice.

Pero de aquellos gigantescos juguetes de cartón piedra para bólidos en miniatura y de la réplica acristalada del circuito ante la que posaron reyes, presidentes y ministros no hay, a decir verdad, pista alguna. Están desaparecidos. Igual que el dinero que se escabulló por el sumidero de la historia de los grandes eventos. Una forma de hacer política anclada en los fastos y que tenía su razón de ser en el endeudamiento que pagarán generaciones venideras.

Por eso el Consell considera tan necesario encontrar los restos de aquella época y ha puesto al personal disponible, muy escaso en agosto, a su búsqueda. Para instalar las maquetas en un especie de museo figurado de la era de la ostentación y para dejar a quienes tendrán que acabar pagando los fuegos artificiales del pasado al menos las réplicas virtuales de los proyectos fracasados.

En estudios y proyectos como el del centro de convenciones de Castelló, cuya maqueta se ha encontrado esta semana, se enterraron 2,7 millones y la Generalitat pagó otros 15 millones por el proyecto de las torres de la Ciudad de las Artes y las Ciencias al arquitecto Calatrava. Un dinero del que sólo quedan las maquetas porque el solar se puso en venta, pero nunca encontró comprador. Cacsa, la propietaria, incluso calculó que ingresaría 251 millones tras enajenarlo, pero la venta nunca cuajó.

La Fórmula 1 se llevó unos 300 millones de euros, según dejó escrito en 2012 la Sindicatura de Comptes, porque la factura definitiva será muy difícil de detallar. Estos tres son sólo una pincelada de los proyectos fracasados, pero podría llenarse con el resto un museo de maquetas inútiles.

Como jarrones chinos

Maquetas convertidas, como ha ocurrido en Castelló „donde el que iba a ser el emblema de la ciudad ha acabado en un rincón sin ningún uso„ en carísimos jarrones chinos, al estilo de esos viejos políticos que molestan a los nuevos y que parece que se han marchado pero nunca se acaban de ir. Que están ahí sólo para recordar que en algún momento pueden volver.

O en el caso de las maquetas como memoria viva de una forma de hacer política que al final acabó por contribuir de forma decisiva al empobrecimiento de un territorio, endeudado hasta las cejas, que debe prácticamente la mitad de la riqueza que produce al año.

Por eso resulta tan importante que aparezcan las réplicas de aquellos proyectos para que no se olvide la sangría que provocaron los grandes eventos.

Se rastrea en la Conselleria de Hacienda, la Sociedad de Proyectos, la de Educación y Deporte, el circuito de Cheste, el edificio Veles e Vents, la Ciudad de las Artes. La respuesta es «no, aquí no está». Se busca en los almacenes por si estuvieran desmontados y empaquetados, pero aún sin éxito.