Barracón es, en términos educativos, sinónimo de precariedad y mala planificación, enseñanza en dudosas condiciones cualitativas y, en definitiva, el colegio que nadie quiere para los hijos. También es un estado de provisionalidad que se supone no es eterno, aunque en no pocos casos esa es la realidad. El caso es que la nueva Consellería de Educación incluía entre sus prioridades básicas acabar con estas instalaciones efímeras. Sin embargo, una cosa es la intención y otra es la realidad. Y así, el gobierno autonómico ha sacado a licitación una serie de actuaciones de ese tipo: un total de 29 aulas, junto con otras dependencias (lavabos, salas de profesores y hasta un comedor) para el presente curso y los tres siguientes. Estos barracones se instalarán en un total de 17 centros educativos de la Comunitat Valenciana (trece en Valencia y cuatro en Alicante, por ninguno en Castelló) y salen a licitación por un importe total base de 506.105,74 euros, que incluyen el montaje, desmontaje, alquiler, elaboración de proyectos y legalizaciones. Aunque el valor estimado del contrato asciende a algo más de un millón de euros, incluidas las eventuales prórrogas e importe máximo de las modificaciones previstas.

La instalaciones de estas aulas prefabricadas se justifica en que se están «derivadas de necesidades de escolarización de alumnado, en el inicio del curso escolar».

Hasta el 21 de septiembre

El departamento que dirige Vicent Marzà ha establecido como límite para la presentación de pliegos el 21 de septiembre —no son, obviamente, para el arranque de curso—. Es en la educación Primaria donde más necesidades se tratan de cubrir, puesto que apenas ocho de las 29 aulas son para la ESO. Los contratos están desglosados en tres anualidades, con cantidades crecientes en las mismas.

El lote más repetido es el que licita un aula de primaria de 45 metros cuadrados, que se repite en cuatro casos (los de Massalfassar, Tavernes Blanques, La Font d'Encarrós y Cox), mientras que el más importante es el del colegio Príncipe de Asturias de Rojales, con cuatro aulas de Primaria y más de 83.000 euros de presupuesto, seguido de cerca del San Juan de Ribera de Burjassot, cuyas obras provisionales son más complejas: un porche, dos lavabos, una sala de profesores y dos aulas.

Reivindicaciones históricas

Este centro ha reclamado a lo largo de los años en no pocas ocasiones unas instalaciones dignas para el alumnado, llegando a organizar la que se llamó «Semana al Sol» reivindicativa en varios años diferentes. El pasado mes de mayo se informó que desaparecía una unidad de educación infantil de segundo ciclo, que ahora pasa a transformarse en dos de Primaria.

Y es que en algunos de los casos, el barracón supone satisfacer una reivindicación del centro y de la población. Es el caso del Castell de Almoines, que a finales del pasado año ya organizó concentraciones de protesta en la puerta del centro reclamando el barracón ahora adjudicado para poder dar cabida a todos los alumnos. De hecho, la asociación de padres denunció el pasado mes de noviembre que los alumnos tenían que ocupar un aula de reducidas dimensiones destinada a clases de inglés y que los alumnos de sexto tenía que utilizar el aula de música, mientras que el idioma se impartía en el recibidor del centro. Casi 900 firmas, un tercio de la población de la villa, reclamaron a la Consellería el nuevo barracón, independientemente de la necesidad de ampliar convenientemente el colegio.

La del Blasco Ibáñez de Museros, donde se incorpora un comedor, es la historia de un colegio saturado desde hace tiempo, que incluso tuvo que recurrir a utilizar un Centro de Día nunca utilizado para ese cometido con el que dar salida a las necesidades de escolarización de la población.