Como una pesadilla que se repite cíclicamente, los vecinos de Xàbia vivieron ayer una jornada trágica. El incendio declarado en Benitatxell volvió a golpear el corazón de uno de los parajes más emblemáticos de la Marina Alta, la Granadella. Una zona de gran valor paisajístico, ecológico y por supuesto turístico, ya que su intrincada orografía acoge algunos de los lugares más pintorescos y espectaculares de la costa alicantina, como la cala Granadella o las de Benitatxell, que atraen a miles de turistas cada verano. Al cierre de esta edición las llamas avanzaban en varios focos sin control, lo que hacía sospechar a las autoridades de la acción de un pirómano. No obstante, no es la primera vez que estos parajes son pasto del fuego.

Casi como un amargo aniversario, hace escasamente dieciséis años y nueve días, es decir, el 26 de agosto del año 2000, un devastador incendio que empezó en un día de intenso calor se cebó en la zona de la Cala Granadella. En aquella ocasión el fuego se inició en el barranco de La Chapa y tanto entonces como ahora, efectivos terrestres y aéreos se sumaron a la desigual batalla contra las llamas, que acabaron devorando más de 500 hectáreas, y al igual que sucedió ayer, también entonces la Guardia Civil tuvo que desalojar a centenares de personas de las urbanizaciones cercanas ante el peligro y el intenso humo. Las coincidencias no acaban ahí, también entonces las autoridades reconocieron desde el primer instante que el desastre había sido intencionado.

Tras el fuego, las cenizas. El paisaje lunar, la terrible sensación de paraíso perdido. Pasaron los años y no fue hasta el 1 octubre de 2013 que las llamas volvieron a enseñorearse de las cumbres que rodean la Cala Granadella, uno de los últimos rincones vírgenes de la costa de la Comunitat Valenciana. También era un día de fuerte calor, baja humedad y fuerte viento de poniente, las peores condiciones para controlar un incendio en zona forestal. La historia volvía a repetirse, los vecinos de Benitatxell y Xàbia volvían a mirar con preocupación la columna de humo que se elevaba de las montañas, como un doloroso recordatorio de algo ya vivido.

En aquel incendio declarado hace tres años, fueron 300 los vecinos de la urbanización Costa Nova los que tuvieron que ser desalojados ante la virulencia de las llamas. El incendio se saldó con casi tres hectáreas arrasadas, no mucho, si se compara con el desastre de hacía 13 años. La rapidez con la que actuaron los medios antiincendios, tanto aéreos como terrestres, fue clave para controlar el fuego en un solo día.

Horas de angustia

Entonces el incendio se desató al caer chispas desde una torre de medio tensión, como atestiguaron algunos testigos que observaron los primeros momentos del incidente. Durante aquellas horas de angustia cientos de casas se quedaron sin luz.

En una cruel ironía, la zona donde comenzó el fuego en 2013 ya se había quemado trece años antes, pero la pinada que ardió hace tres años se había salvado de aquel pavoroso incendio. Además, se dió la circunstancia de que el dispositivo especial de vigilancia de incendios forestales de Xàbia había acabado la víspera, justo el 30 de septiembre. Era, pues, el primer día sin vigilancia.

Ayer el desastre volvió a ocurrir. Según fuentes de la investigación, el fuego pudo haberse originado en el mirador del Puig de la Llorença -en la urbanización Cumbres del Sol-, que se asoma a Benitatxell y al valle del Montgó. El Seprona de la Guardia Civil está investigando las causas, aunque no se descarta que alguien, acodado en la barandilla del mirador, hubiera arrojado una colilla. Una vez más, todo vuelve a apuntar a la mano del hombre.