La Comunitat Valenciana tiene 1.165 zonas habitadas (urbanizaciones y viviendas diseminadas) que invaden la masa forestal lo que dispara la probabilidad de padecer las consecuencias de un incendio como el que en los últimos días ha arrasado algunas de las joyas del litoral valenciano precisamente en una de las áreas más «vulnerables» del mapa de prevención de incendios: la que comprende las dos Marinas.

Según ese mapa, esas 1.165 zonas son áreas urbanizadas situadas a menos de 500 metros, colindantes, o enclavadas directamente en terrenos forestales. De ellas, 583 presentan un riesgo «muy alto» de incendio, 607 riesgo medio y 78 bajo. La sequía, la desaparición del pastoreo tradicional y actividades como el corte de leña, y abandono de los cultivos de secano son factores que han llenado el monte de biomasa muy combustible y que representa una gran amenaza.

La propia orografía de las zonas afectadas, unida a la falta de mantenimiento, la sequía y una deficiente política de ordenación del territorio han hecho que en esa zona convivan pequeños pueblos más protegidos pero con urbanizaciones diseminadas y construidas, en general, en laderas buscando las mejores vistas, el paisaje pero, en general, mal ubicadas y de difícil acceso cuando se produce un incendio.

El desarrollo del territorio con un modelo forestal erróneo con grandes superficies de bosque repleto de pinos (ausencia de bosques mixtos), con unos veranos muy secos y largos y un modelo urbanístico que ha primado urbanizaciones diseminadas que, además, con cumplen con la Ley de Montes y no disponen de planes de autoprotección como denuncia el Colegio de Técnicos Forestales y ecologistas, disparan el riesgo. La sequía, la desaparición del pastoreo tradicional y actividades como el corte de leña, y abandono de los cultivos de secano son factores que han llenado el monte de biomasa.

Biomasa muerta como combustible

Según Adena, en la Comunidad Valenciana existen extensas superficies arboladas homogéneas, en las que predomina una única especie inflamable -como pinos-, con mucha biomasa muerta que actúa como combustible para los incendios. Más del 80% de los grandes incendios se inicia en masas forestales muy alteradas, alejadas de lo que es un bosque «natural».

En cuanto al origen de los incendios, el 36% son provocados por pirómanos, un 21,5% producto de quemas agrícolas y un 10,7% por otras negligencias. A partir de ahí los porcentajes bajan significativamente. Colillas mal apagadas producen el 6% de los fuegos, los rayos el 4%, las líneas eléctricas el 3,4%, los trabajos forestales un 3,4% y las hogueras un 1,9% de los incendios, según datos de la Generalitat.