Mientras el Consell de Ximo Puig entra en las arenas movedizas de cómo cuadrar el círculo y contentar tanto al colectivo de interinos como a los aspirantes de fuera de la administración, la Diputación de Valencia ya ha tomado una decisión: la oposición pura y dura. Este es el criterio, que tras una discusión interna entre los socios de Gobierno, se han considerado más justo y el que se ha seguido en la última convocatoria de oferta de empleo público publidada a mediados de agosto.

La corporación que lidera Jorge Rodríguez ha sacado oferta un total de 46 plazas (técnicos, arquitectos, tecnicos de administración, periodistas, etc) por el sistema de oposición. Es decir, tendrá la plaza aquella persona que mejor nota obtenga en los exámenes. No habrá fase de concurso, es decir, no se valorarán otros méritos, como conocimiento de idiomas, formación, experiencia etc.

La decisión de la diputación ha contado con el rechazo de los sindicatos, que pedían un concurso oposición. La idea es mantener el mismo sistema para la próxima oferta de bomberos.

Fuentes de la diputación explicaron que consideran que, tras años en los que la gente de la calle no ha tenido oportunidades de un empleo público, esta fórmula es la más «justa». Máxime, apuntaron, cuando durante muchos años se han hecho procesos selectivos «trampososos». La plantilla de la diputación (sin contar las empresas públicas) está compuesta por un total de 1.100 empleados, de los cuales alrededro de 150 son interinos. Es decir, algo más del 10%. Una tasa muy alejada del 34% que afecta la Generalitat.