Aunque la onda política del Consell catalán y el valenciano se sitúa en las antípodas, con el primero enfrascado en el proceso soberanista, muchos de los problemas que arrastran ambos territorios resultan comunes. Especialmente uno: la urgencia en desarrollar infraestructuras que vertebren el eje mediterráneo. Por eso, para visibilizar reclamaciones conjuntas, se ha instalado, tras años de bloqueo, una normalidad en la relación política entre Cataluña y la Comunitat Valenciana, que coincide con la llegada al Consell de PSPV y Compromís y que se exhibirá hoy públicamente.

Pero el receptor de esa exigencia y quien tiene que cumplir sus compromisos con el Corredor Mediterráneo es un Gobierno de España que lleva casi un año en funciones y en una situación política de bloqueo que complica que la reivindicación pueda ser atendida.

En ese contexto llega hoy a Valencia el presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, a quien acompaña una representación de alcaldes, responsables de instalaciones portuarias, rectores de universidades, de cámaras de comercio y de contratistas de obra pública. Un desembarco que convierte a la cumbre valenciano-catalana en la de más alto nivel desde la restauración de la democracia.

Fuentes del Consell recuerdan que el pasado mayo, el presidente, Ximo Puig, ya visitó Barcelona y que ahora Puigdemont devuelve una visita marcada por la reivindicación de la infraestructura ferroviaria. Tanto que Puigdemont y la delegación catalana harán el traslado a Valencia en tren.

Pero, además del consenso que generan las infraestructuras, la promoción turística conjunta, la necesidad de un nuevo modelo de financiación o la reciprocidad de las emisiones televisivas, el acercamiento del Consell a Cataluña se sustenta también sobre una estrategia política, más pragmática que ideológica, y que nace a partir de los encuentros con empresarios valencianos, que trasladaron a Puig la necesidad de dar prioridad en la relación política al primer socio comercial. Cataluña es el principal cliente y proveedor y los valencianos venden bienes y servicios por valor de 4.361 millones cada año. Además, el territorio valenciano es el cuarto en volumen de exportaciones para Cataluña, con un total de 6.674 millones. Una relación comercial de ida y vuelta que supera los 11.000 millones.

Además, como ya informó este diario, el segundo eje de la aproximación tiene un cariz más político, relacionado con la idea que Puig tiene sobre el modelo de Estado, más cercana al federalismo, y donde el Consell se presenta como puente de concordia entre Madrid y Barcelona.

Con todo, no es la primera vez que un presidente catalán es recibido en el Palau de la Generalitat. La última visita se remonta a la primavera de 2009 cuando Francisco Camps abrió las puertas a José Montilla. Los titulares de aquella jornada no son muy diferentes a los de hoy. Ambos pactaron una posición conjunta en favor del Corredor Mediterráneo.

Antes, en 1993, el socialista Joan Lerma se reunió con Jordi Pujol. Los encuentros entre Pujol y Eduardo Zaplana fueron más discretos, mientras pactaban en secreto la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua para tratar de poner fin al conflicto lingüístico.

Una agenda compartida

El objetivo del encuentro, según señalaron fuentes de Presidencia, es acordar una «agenda compartida» de cuestiones comunes entre la Comunitat Valenciana y Catalunya entre las que destaca el corredor Mediterráneo.

A través del eje mediterráneo se concentra el 44 % del PIB de España, el 50 % de exportaciones e importaciones y están instaladas el 47 % de las empresas, según datos del Consell. Aglutina una decena de instalaciones portuarias que generan el 78 % de todo el tránsito de mercancías de España y el 82 % del movimiento de contenedores de todo el Estado. Un eje vital para el desarrollo económico.