Algo amodorrados tras más de dos horas de ininterrumpidos parlamentos, los empresarios valencianos y catalanes destacaron al término de la jornada de ayer, mientras trataban de reponer fuerzas con una comida tardía en el patio del Palau de la Generalitat, el clima de germanor que presidió el encuentro. La reunión tuvo un eje principal, que fue la defensa conjunta del corredor mediterráneo, pero sirvió para poner de manifiesto los vínculos de fondo entre dos territorios que, políticamente, han estado como poco distanciados. Varios de los asistentes lo expresaron sin titubeos: se estaba haciendo oficial la buena sintonía que rige en el mundo económico, de la que dejó constancia el presidente de la patronal valenciana Cierval José Vicente González, quien aseguró que las «relaciones empresariales siempre han sido excelentes» y recordó como buena muestra de ello que el comercio entre ambas autonomías genera al año unos 11.000 millones de euros: «Nosotros les vendemos unos 4.800 millones y ellos a nosotros unos 6.200».

Así, el vicepresidente de las cámaras catalanas y de la corporación de Girona, Domènech Espadaler, recordó que estas entidades ya habían celebrado cumbres sobre el corredor mediterráneo con otras autonomías bañadas por este mar y expresó su deseo de implicar en el futuro a Andalucía, Murcia y Baleares en un acto como el de ayer. Espadaler calificó el encuentro de «muy importante», precisamente porque implica que ahora «vamos juntos la sociedad civil y los políticos».

Sindicatos

Los representantes de los trabajadores se expresaron en parecidos términos. El secretario general de CC OO-PV, Paco Molina, aseguró que, «después de dos décadas de relaciones entre sindicatos y empresarios, las instituciones se han incorporado a esa dinámica». Pese a todo, también expresó sus dudas de cara al futuro por las sucesivas desilusiones procedentes del ámbito político. Su homólogo catalán, Joan Carles Gallego, afirmó que Comisiones Obreras ha sido siempre una central «muy industrialista y siempre ha reivindicado el corredor de mercancías».

El corredor mediterráneo fue, indiscutiblemente, el centro de la reunión. Los numerosos intervinientes —políticos, dirigentes patronales y camerales, líderes sindicales y representantes de las universidades— ponderaron la necesidad de hacer un frente común frente al Gobierno central para que esta infraestructura no se demore más. Principalmente, porque todo el litoral mediterráneo es el «gran eje de prosperidad» del país». Perjudicar a estas dos «economías complementarias» supondría generar un daño para el desarrollo español. En este sentido, el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia y del consejo autonómico, José Vicente Morata, precisó que «el corredor debe ser una prioridad para España». Algún dirigente empresarial, ya terminado el encuentro, expresó la necesidad de «tener una mesa del Mediterráneo para los enfrentamientos con Madrid». Como la necesidad de potenciar esta eurorregión, fue una opinión no expresada durante el cónclave. El vicepresidente de las cámaras catalanas sí ahondó públicamente en ese propósito a preguntas de este diario y abogó por «extender la colaboración a otros ámbitos económicos» que no precisó.

Y es que las diferentes fuentes consultadas —la larguísima reunión fue a puerta cerrada y a los periodistas solo se les permitió el acceso al final, cuando se dirigieron a los presentes Puigdemont y el presidente de la Generalitat, Ximo Puig— aseguran que la reivindicación de una «voz única» frente a Madrid se circunscribió al corredor. No se escucharon peticiones de hacer otros frentes comunes en otras cuestiones que también afectan a ambas autonomías, como la infrafinanciación u, obviamente, la reclamación de mayores inversiones del Estado, que sí estuvieron presentes en la rueda de prensa que Puig y Puigdemont ofrecieron a mitad de reunión. Como dijo un dirigente empresarial al término de la misma, el encuentro se podría resumir en «unidad en el corredor y buenas relaciones; no se ha ido más allá».

Los interpelados, por otro lado, despejaron ciertas dudas sobre el verdadero interés catalán respecto del corredor, una infraestructura sin la cual la Comunitat Valenciana pierde conectividad, lo que a su vez beneficia a los puertos de Barcelona y Tarragona en su punga con el del Grao por la hegemonía en el Mediterráneo.

Los puertos y el lobby

Preguntado al respecto, el presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, desmintió de forma rotunda que exista en su tierra un lobby con el fin de bloquear ese proyecto, al igual que luego hicieron González y los máximos responsables de las autoridades portuarias. Mientras el de la de Valencia, Aurelio Martínez, destacaba que esa infraestructura «es fundamental para la Comunitat Valenciana» e impelía a concretar las conexiones entre el corredor mediterráneo y el central, el de la de Barcelona, Sixte Cambra defendió como «básico y muy positivo» la demandada instalación ferroviaria. En su opinión, la «competencia con Valencia es muy sana». Cambra afirmó que le «preocupa mucho más la competitividad que la expansión» y a este respecto precisó que una infraestructura como el corredor mediterráneo «beneficia a todo el territorio donde su ubica».

Diversos empresarios valencianos consultados expresaron su contrariedad por el exceso de tiempo de duración del encuentro, así como por el hecho de que se produjeran tantas intervenciones, incluso más de las programadas, que superaban las dos decenas. Tampoco gustó la separación inicial de las dos delegaciones, ubicadas en zonas distintas del Palau de la Generalitat hasta que fueron unidas en el Saló de Corts donde tuvo lugar finalmente el acto. Así las cosas, solo cuando el encuentro terminó formalmente, hubo ocasión para los contactos directos entre empresarios, pero entonces era la hora de comer.