­Quien crea que ésta es una cuestión menor quizá no conozca tres datos: arrojar al inodoro toallitas húmedas que colapsan las cañerías supone un gasto de entre 4 y 6 euros al año por persona. Sus daños son responsables de entre el 8 y el 14 % del coste total de las depuradoras, lo que equivale en torno al 5 % del gasto integral del ciclo urbano del agua.

En toda Europa se estima un sobrecoste anual de casi mil millones de euros por este producto higiénico en expansión. Porque se calcula que cada día, en una ciudad media de 300.000 habitantes, se vierten al inodoro 8.000 kilos de toallitas húmedas con la suciedad adherida. Más de veinte toneladas diarias en una urbe como Valencia.

Estos datos, facilitados por la Asociación de Abastecimiento de Agua y Saneamiento, es lo que ha impulsado a Consum a desarrollar un papel higiénico húmedo que funciona como las toallitas húmedas pero que están compuestas al 100 % de celulosa y que se desintegran al contacto con el agua. Así se evitan posibles atascos en las redes de evacuación y saneamiento.

En un experimento casero llevado a cabo para Levante-EMV en las instalaciones de Consum por parte de los técnicos de calidad de la cooperativa valenciana, la diferencia resulta evidente. Tras introducir la toallita húmeda clásica en un bote con agua y agitarlo durante unos quince segundos, la toallita permanece completa e intacta. No se ha descompuesto. En cambio, al repetir el experimento con un ejemplar del nuevo papel higiénico húmedo y agitarlo dentro de un bote con agua, el material se desintegra del mismo modo que sucedería con el papel higiénico convencional.

Este proceso artificial de agitación sustituye a las dos o tres horas en las que se disuelve el producto en contacto con el agua tranquila. Así da tiempo a que se desintegre antes de llegar a la depuradora, que es lo que no consiguen la mayoría de toallitas húmedas comercializadas. Esto ha llevado a ayuntamientos como el de Valencia a elaborar una regulación específica que prohíbe arrojar al inodoro este producto higiénico.

La empresa guipuzcoana Papel Aralar, proveedora de Consum, ha desarrollado este nuevo material que describen como 100% de pasta de origen natural y biodegradable, sin aglutinantes, con óptimas resistencias en húmedo y alta absorbencia, con una rápida desintegración y certificado como dispersable por la asociación mundial de fabricantes de non Woven (tejido no tejido). Presumen de haber fabricado, con una máquina pionera, el primer papel 100 % dispersable, biodegradable y natural sin aditivos químicos. El precio apenas varía con respecto a las toallitas que no se desintegran al lanzarlas al inodoro. Consum pide que no se arrojen más de dos toallitas por descarga en el inodoro por cuestiones medioambientales.

En busca de una normativa

Fernando Morcillo, presidente de la Asociación de Abastecimiento de Agua y Saneamiento, valora este intento de crear «un producto natural y con capacidad de desintegración rápida». Él distingue dos rasgos que los productores no suelen disociar. Uno es la biodegradabilidad: es decir, la posibilidad de que el desecho sea tratado en la depuradora para que el agua llegue limpia al río. Pero el otro es la capacidad de desintegración, la desagregabilidad del tejido. «Porque, aunque en el etiquetado ponga que es biodegradable, si no se degrada en poco tiempo debido a los materiales con que están fabricadas las toallitas, seguimos teniendo una parte del problema», añade.

Morcillo señala que la única normativa actual es la autorregulación de los productores. Los operadores de agua no están conformes con ella porque la consideran poco exigente. Ahora se está avanzando en la elaboración de una normativa internacional que fije los parámetros exigibles a las toallitas que puedan ser arrojadas al inodoro. Que tengan capacidad de desintegración y tratabilidad. Para evitar atascos que cuestan millones.