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Educación

"El maestro debe ser un segundo padre en niños que estén en riesgo"

La psicopedagoga Ángela Serrano reivindica un mayor compromiso docente ante la violencia en las aulas

"El maestro debe ser un segundo padre en niños que estén en riesgo"

Con éste no hay nada que hacer. Lo dijo un profesor sobre un alumno rebelde de nueve años. Nueve años, repite Ángela Serrano con una mezcla incredulidad e indignación. Aquella frase la alarmó. Y condensa bien las dos claves que esta psicopedagoga, experta en conflictos en el aula, recalcó ayer en un congreso sobre Filosofía de la Educación celebrado en la Universidad Católica de Valencia.

Primero: las personas no están determinadas. «Los violentos no nacen; los violentos se hacen», y del mismo modo pueden modelarse, cambiar, durante el proceso madurativo. Segundo: lo último que debería hacer un docente es arrojar la toalla y desentenderse de un alumno, bien sea la víctima o el acosador en un proceso de bullying, o bien se trate de un fracaso escolar. «Los maestros debemos asumir un rol de tutores. Lo sabemos, pero no lo asumimos. No se trata de ser un segundo padre o madre. ¿O por qué no? ¿Si lo tienes que hacer, qué pasa? ¿Cuántos de esos niños en contextos de riesgo no tienen una familia? Por eso deben serlo», reflexiona Ángela Serrano. No hacer nada, advierte, deja una huella en el menor.

Esa formación humana que los docentes deberían impartir, controvertida para algunos trabajadores de la enseñanza, es fundamental en opinión de la directora del máster en resolución de conflictos en el aula. Primero deben conocer bien a sus alumnos. Luego tienen que adquirir un fuerte compromiso con sus vidas. «Porque el currículum académico es importante, pero el currículum humano es imprescindible: sin él, no tiene razón de ser la escuela», reivindica.

Ángela Serrano, que es experta en violencia escolar y maltrato infantil, ha estado en contacto con numerosas muestras de acoso escolar y violencia en las aulas. Su conclusión es rotunda: «Los profesores de hoy ignoran la pedagogía que los tiempos actuales demandan. Y no la ignoran intencionadamente, sino que fueron educados en una pedagogía contemporánea que no responde al perfil del alumnado que tenemos y a su demanda educativa».

Sostiene que en la pedagogía tradicional, el papel del profesor era transmitir unos conocimientos de difícil acceso para los alumnos. Luego, en la pedagogía contemporánea, el rol del maestro era generar preguntas y un pensamiento crítico. Ahora, en la pedagogía del siglo XXI, la función del profesor, dice Ángela Serrano, «es desarrollar las cualidades y capacidades humanas del alumno. Ser un entrenador de la capacidad de autoconocimiento del alumno, de su autorregulación y su capacidad para decidir: que aprendan a medir las consecuencias de una decisión».

Influir en el contexto

La violencia escolar nunca debe ser minimizada ni ignorada, dice. También se ha de acabar con «la sensación extendida de que el profesor no puede hacer nada por cambiar las conductas de algunos menores porque no pueden modificar factores que influyen desde el exterior: la familia, los amigos, el barrio». Eso es cuestionable, subraya. La escuela debería mediar con ese contexto con la ayuda de psicólogos educativos y educadores sociales. También el profesor debería generar situaciones dentro del aula que cuestionen las malas conductas adquiridas afuera. Dice Ángela que la materia frágil en juego „un niño, una vida„ lo exigen.

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