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Entrevista

Esteban Beltrán: "Nuestro sistema de asilo es una factoría de futuros indigentes"

Pide al Consell que analice cómo están los mil solicitantes de refugio en la C. Valenciana por si se hallan desprotegidos

Esteban Beltrán: "Nuestro sistema de asilo es una factoría de futuros indigentes"

Cuando entran los refugiados dejamos de hablar de ellos. Pero Amnistía censura el actual sistema de asilo una vez están aquí.

Es doblemente triste lo que sucede en España. Por un lado, es insuficiente el número de refugiados que llegan: de los 17.300 que el Gobierno se comprometió a acoger en dos años, han llegado sólo 552 personas. Y las que llegan, sean organizadas por el Gobierno o por su cuenta, no son bien acogidas. Ahora hay en lista de espera 18.900 personas refugiadas o solicitantes de asilo esperando a recibir luz verde para poderse quedar.

¡Menudo atasco!

Sí. A pesar de que el Gobierno habilitó 90 funcionarios extra para agilizar expedientes, el sistema no ha dado resultados. Cada uno de los instructores tiene entre 120 y 150 expedientes que revisar, cuando en 2014 tenían entre 20 y 25 de media. Además, sólo una ínfima minoría de las entrevistas para conceder o no el asilo se hace con abogado presente.

Su informe lo describe como una factoría de crear indigentes.

Sí. Este sistema de asilo es una factoría de crear indigentes a medio y largo plazo. La ayuda a los solicitantes, con un dinero de mano, plaza en un centro de refugiados o en un piso parcialmente pagado por la Administración, no dura más de un año. Excepcionalmente, un año y medio. Las solicitudes deberían resolverse en seis meses, pero tardan una media de un año y medio o dos en resolverse. De ese modo, los solicitantes de asilo se quedan en la calle, sin permiso para trabajar, y acaban en la indigencia. Hemos entrevistado a decenas de personas que están en la calle sin ninguna ayuda. Porque no es sólo traer a las personas, sino protegerlas e integrarlas en la sociedad.

Nos machacan con que un país no puede vivir sin Gobierno en plenitud de funciones. Pero hay personas que huyen de la persecución y que viven en el limbo por la inacción del Estado al que piden refugio y presentan solicitud. ¿Hipocresía?

Más que hipocresía es una falta de cumplir con su obligación. ¿Cómo es posible que tengas 18.900 personas esperando a saber si se les concede o no la condición de refugiado? ¿Por qué los marroquíes que se refugian en Ceuta y Melilla, por ejemplo por persecución de minorías sexuales, no pueden llegar a la península y se restringe su libertad de circulación? Todo el sistema parece indicar que no se quiere reformar porque no se quiere acoger a las personas.

¿Y por qué?

No lo sé, pero es una obligación dar acogida a los refugiados porque lo ordena la convención que ha firmado España. No es algo graciable. El Gobierno habla de que dará asilo a refugiados en virtud de las capacidades del Estado. ¡Como si acoger a 17.000 personas pudiera poner en riesgo las capacidades del Estado! ¿De qué estamos hablando?

Podemos vivir sin Gobierno pero no sin?

Derechos. No podemos vivir sin reclamar nuestros derechos. No podemos vivir sin que se respeten los derechos nuestros o de nuestros semejantes.

Oímos vulneración de derechos humanos y pensamos en Corea del Norte o Siria. ¿Qué derechos humanos se vulneran aquí?

España no es ninguna excepción. El derecho a la vivienda adecuada no se respeta. Desde que empezó la crisis ha habido 598.000 ejecuciones hipotecarias, una parte de las cuales eran primeras viviendas. Mucha gente ha acabado en la calle. También sigue vigente un decreto ley que ha retirado la tarjeta sanitaria a 747.000 inmigrantes. Sólo pueden ir a Urgencias y pueden tener dificultades en recibir una atención primaria en todo el Estado de forma gratuita. Otra violación de derechos es la Ley de Seguridad Ciudadana, que reduce el poder de control del juez sobre las multas y la policía, y aumenta el poder de la policía. ¡Hay multas de 30.000 euros a una persona que pueda grabar con su teléfono móvil a un agente en una manifestación! También ha habido casos de torturas y malos tratos en el País Vasco por los que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a España siete veces por no investigarlo debidamente.

Luego están los Centros de Internamiento de Extranjeros: un agujero negro.

El agujero negro es la detención sistemática de inmigrantes y su encierro en un centro sin que hayan cometido ningún delito. En España es hasta 60 días; en Reino Unido puede alargarse año y medio.

¿Y por qué la sociedad mira hacia otro lado ante ese abuso? ¿Por qué no presiona como cuando se congelan las pensiones o se quita una paga extra?

Yo no culparía a la sociedad. Se ha manifestado como nunca en la calle. Fueron unas 30.000 manifestaciones por año en los peores años de la crisis, y sólo el 0,8 % de las protestas no fueron pacíficas. No se puede acusar de falta de movilización a la sociedad española. Pero es que, además, eso es secundario: la obligación de los Gobiernos es proteger y respetar los derechos humanos.

¿Qué le ha pedido al presidente Puig y la vicepresidenta Oltra?

Que presionen para una mayor coordinación entre autonomías y al Gobierno, y que analice cómo se encuentran los mil solicitantes de asilo que hay actualmente en la Comunitat Valenciana. Escolarización de niños, vivienda, sanidad, atención psicológica? Podemos correr el riesgo de que se encuentren desprotegidos.

¿Quiénes son hoy presos de la pobreza en España pese a resultar invisibles?

La pobreza involuntaria es un caldo de cultivo para la violación continuada de derechos humanos. Y en España, la situación de crisis ha aumentado las desigualdades, que son el caldo de cultivo de la pobreza y la violación de derechos humanos. Porque la gente en esa condición tiene menos posibilidades de reclamar sus derechos.

Además de Donald Trump, ¿qué retos mundiales inquietan?

Hay tres grandes temas de preocupación: los conflictos armados y los refugiados que de ellos se derivan; la tendencia creciente a la restricción de la libertad de expresión y manifestación; y la criminalización de los defensores de los derechos humanos. Son tres retos fundamentales para ver qué mundo tendremos en el futuro.

¿Y cómo será?

Nada está escrito. Dependerá, en parte, de nosotros. De nuestro nivel de movilización, de la capacidad de presionar a los Gobiernos y de investigar vulneraciones.

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