Sarai Fariñas es socióloga y activista del grupo de consumo de Russafa y, desde ahí, de la Plataforma per la Sobirania Alimentària del País Valencià. En los últimos años ha trabajado en líneas de investigación sobre género y ecofeminismos.

¿Qué es el ecofeminismo?

El feminismo nació como respuesta a que la mujer estaba sometida por el capitalismo patriarcal, al igual que la naturaleza es sometida por ese mismo sistema. Es decir, la fuerza de trabajo de la mujer se utiliza para que el capitalismo siga funcionando, pero es una fuerza de trabajo que no se paga económicamente y no se reconoce socialmente. Con la naturaleza pasa lo mismo, el hombre usurpa los mal llamados recursos naturales, es decir, las materias primas, para que sirvan al capitalismo para seguir funcionando. Entonces el ecofeminismo surge de la fusión de esos ámbitos, el de las mujeres y el de la naturaleza.

¿En qué consiste su investigación sobre este ámbito?

Dentro del contexto valenciano y dentro de la Plataforma per la Sobirania Alimentària del País Valencià lo que estoy estudiando y lo que se está intentando hacer es recuperar todos esos saberes y tradiciones que históricamente han poseído las mujeres entorno al cultivo, la plantación y la transformación de alimentos. Durante mucho tiempo las mujeres han sido las cuidadoras de las semillas.

¿Qué valor tiene ese cuidado de las semillas?

Tradicionalmente las mujeres recogían esas semillas antiguas, y eso era un patrimonio que se transmitía de generación en generación. Para que una semilla llegue a nosotros y se reproduzca ha tenido que ser cuidada por otras generaciones. Ahora, las semillas están siendo copadas por grandes multinacionales como Bayer y Monsanto, que acaban de fusionarse, y que no quieren que las productoras y los productores reproduzcan las semillas.

¿Por qué?

Porque quieren sacar beneficio económico como parte del sistema capitalista de contener esas semillas, y eso es algo muy peligroso porque si una empresa tiene la mayoría de las patentes de las semillas a nivel mundial está poniendo en peligro la alimentación del planeta. Desde los ecofeminismos se reivindica que estas semillas no pueden seguir siendo propiedad de una empresa, sino que tienen que seguir siendo reproducidas por los productores y las productoras que cultivan alimento para que la sociedad se nutra.