­Horas antes de que Richard Gere llegue a Valencia para apoyar la causa de las personas sin hogar, con photocall incluido en el Palau de la Música y autoridades sonrientes en su día de Hollywood, Enrique mata las horas en un banco de la plaza Joan de Vila-rasa. Es mediodía, saborea la compañía de un colega y una litrona y dice que va buscando. Que busca a una persona a la que llaman Jesucristo. «A ése estoy buscando yo para ver si me da un poco. Pero no lo encuentro: los terrenos y los millones los tienen otros. Y a lo mejor tú tampoco lo encuentras. Pero tú tienes una casa, y yo no», suelta con acidez y amargura. Lleva más de un año durmiendo junto a una columna, en la calle. Una vida de pena, asiente. Pero no quiere decir mucho más. «Ni Richard Gere ni el ayuntamiento me van a dar un piso». Así que hasta luego y que corra el aire.

Como Enrique hay 404 personas que viven y duermen en las calles de Valencia. El actor de Pretty Woman, que hace poco estrenó su película Invisibles sobre el drama de los sin techo, los puso ayer en el foco de atención con su visita a Valencia de la mano de la Fundación Rais y la complicidad de la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia. Gere advirtió en la rueda de prensa de lo que considera la clave de esta problemática social: hay que asumir más responsabilidad. Desde la primera institución hasta el último ciudadano.

«No basta con decir ´lo siento´ o ´me gustaría hacer alguna cosa´. No. Hemos de hacer cosas», insistió Gere. «Trabajar todos juntos», con sentido de comunidad, es «la única manera de cambiar el mundo», sostuvo. Porque esta lacra que llena las grandes urbes de gente anónima y sin rostro „pero tienen nombre y una vida a la espalda, como Enrique„ «es problema de todos» y «todos tenemos que responsabilizarnos de todos», arengó el intérprete. Entre otras cosas, dijo, porque «cualquiera puede perderlo todo» y acabar en la calle.

El actor se declaró «contento y orgulloso» de que su película y su campaña solidaria hayan «tocado el corazón» de algunos políticos y alabó el compromiso adquirido ayer por las autoridades valencianas con la Fundación Rais. El alcalde Joan Ribó y la vicepresidenta Mónica Oltra firmaron el acuerdo con Rais en virtud del cual ceden cinco viviendas „de las diez que tendrá el programa en Valencia, aunque harían falta «cien», según el responsable de Rais„ para que se conviertan en residencia permanente, y no temporal, de personas sin hogar.

La filosofía cambia. En esencia, se trata de eliminar los requisitos exigentes para que los sin techo puedan acceder a estas viviendas y no esperar a que se produzca un cambio en sus vidas para darles después la recompensa de la vivienda. Primero, la casa. Y el cambio vendrá aparejado. Así han tenido un éxito del 88 %, aseguran los responsables del programa «Housing first para personas sin hogar».

Mónica Oltra deplora que los sin techo «son invisibles a ojos de la mayoría porque no los miramos colectivamente». En su opinión, la sociedad tiende a culpabilizarlos de su situación porque «una culpa individual no entraña una responsabilidad colectiva». La vicepresidenta instó a abandonar «la política asistencialista que no funciona» y poner fin a «la pobreza que se hereda».

El alcalde de Valencia criticó la anterior política hacia los sin techo y fijó el objetivo de su gobierno: aumentar la vivienda pública y ayudar a que las personas sin hogar alcancen la «autonomía personal».

Alejandra Silva, novia de Richard Gere y madrina de la Fundación Rais, instó a que otras ciudades sigan el ejemplo de Valencia y reclamó el compromiso de todos: «No lo consideramos nuestro problema, pero lo es», enfatizó en nombre de una fundación que pide más voluntad política, más implicación social y otra forma de abordar el problema.