El Vinalopó, con sus 81 kilómetros de longitud, es el río más largo de la provincia de Alicante. Recorre de norte a sur todo el territorio alicantino, y baña los términos de un total de doce municipios hasta llegar a Elx. Allí su caudal desaparece después de recorrer la ciudad entre los innumerables campos del término. Antes, muchos kilómetros al norte, el Vinalopó da sus primeros pasos en una pequeña cueva perdida en medio de la sierra Mariola, donde el caudal sale a la superficie y serpentea entre el verde de la montaña. El paraje, conocido como el Toll Blau, es uno de los destinos predilectos para multitud de excursionistas de los alrededores por su extraordinaria belleza natural. La simbiosis entre el agua cristalina y la abundante vegetación que la rodea parece más propia de una selva tropical que de las sierras valencianas, y las cascadas del Toll harán que el visitante crea estar en algún punto perdido en medio de la selva amazónica más que en medio de la Mariola.

La ruta hasta el Toll Blau puede hacerse desde Banyeres de Mariola o desde Bocairent. El Toll se encuentra en el término municipal de la localidad valldalbaidina, pero la ruta desde Banyeres es considerablemente más corta y, por lo tanto, muy asequible incluso para quien no acostumbra a realizar rutas de senderismo. El recorrido forma un círculo de unos siete kilómetros de longitud sin demasiado desnivel que, además, desciende en su primer tramo desde la localidad alicantina. Ofrece, asimismo, un magnífico paisaje y múltiples puntos de interés, como la fortaleza árabe en ruinas de Les Torretes.

El camino de Bocairent es significativamente más largo -llega a los diecisiete kilómetros-, pero resulta asimismo más disfrutable por los múltiples contrastes, un regalo para la vista durante todo el recorrido. No obstante, la primera parte del camino, más dura por el desnivel, puede superarse en coche por la carretera de Alcoi. La ruta empieza así ya en el altiplano de la Mariola, poblado por innumerables campos de cultivo. Cada pocos cientos de metros se alzan ante la vista enormes masías y caserones, al lado de las cuales transcurre el sendero. Tras pocos kilómetros la vegetación empieza a multiplicarse, señal inequívoca de la presencia de agua.

Ya bajo el resguardo de la sombra aparece la fuente de la Coveta, punto de convergencia de ambas rutas. Como su nombre indica, el manantial sale a la superficie a través de una pequeña cueva, y su cauce se ensancha a medida que se desliza poco a poco por la montaña. Unos cientos de metros más adelante aparecen los restos de la simbólica Fábrica de Blanes, que produjo durante años harina y, más tarde, papel. La enorme chimenea de la fábrica, que rivaliza en altura con los árboles de alrededor, precede a la parte final de la ruta, un estrecho sendero que a veces sigue sobre el mismo curso del río. Las innumerables cascadas del Toll indican el final de la ruta, mientras las aguas turquesa del Vinalopó prosiguen su camino hacia el sur.