Horas después del terremoto público en Ferraz y huérfano ya el PSOE de líder, el debate sobre si la gestora socialista modificará su línea roja para avalar una abstención a Mariano Rajoy cobra cada vez más fuerza. No se entiende el golpe de timón si no es para permitir la investidura del dirigente popular, aunque los barones que propiciaron el sábado la caída de Pedro Sánchez insistan en que el terreno aún no está abonado para permitir que gobierne Rajoy. Pero, los plazos se agotan y en el horizonte aparecen unas terceras elecciones que podrían resultar demoledoras para los socialistas.

En la derivada valenciana el debate es el mismo. El presidente de la Generalitat y líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, mantiene que «en este momento» no se dan las circunstancias para apoyar a Rajoy, pero admite que ese debate se tiene que producir, después de que haya dado públicamente por imposible un gobierno alternativo al PP. «Se puede mantener con normalidad y creo que se debe mantener, pero no se puede empezar el debate por la conclusión, aunque es verdad que sólo hay dos opciones: facilitar el gobierno del PP o ir a elecciones», resumió ayer.

Pero los vientos de la batalla del sábado están muy lejos de apagarse. Fuentes cercanas a Puig aseguran que no detectan ni en el ámbito orgánico ni en el institucional ningún movimiento que pueda afectar ni a la secretaría general del partido ni a la presidencia de la Generalitat, pero en Podemos, el socio externo del pacto del Botànic, hay malestar por el alineamiento de Puig con el sector del socialismo más proclive a facilitar la investidura de Rajoy. En el PSPV, los críticos con la posición de Puig guardan silencio para evitar que se reavive el conflicto después de que la delegación valenciana regresara de Madrid dividida en dos bloques. Puig admitió ayer en declaraciones a La Sexta que se planteó convocar a la militancia socialista valenciana cuando Sánchez tumbó la Entesa al Senado, pero que no lo hizo porque hubiera fracturado el partido.

Mientras, varias voces consultadas ayer en Podemos señalaban que inevitablemente la relación en el pacto del Botànic se va a tensar. En privado, varios diputados apuntan a un aumento de la tensión que les llevará a ser más exigentes con los socialistas y consideran que Puig no debió jugar un papel tan protagonista en la crisis socialista, aunque en el comité federal se mantuvo al margen de la discusión. El secretario general de Podemos-CV, Antonio Montiel, repitió ayer dos veces en cinco minutos que lo ocurrido tendrá consecuencias, aunque no concretó de qué tipo. Con todo, en el PSPV tienen claro que ni Montiel ni los suyos romperán el acuerdo en la Generalitat. «Podemos sólo tiene dos opciones: o apoyarnos a nosotros o al PP, que elijan», lanzó el portavoz socialista, Manuel Mata.

El partido de Pablo Iglesias tensó ayer la cuerda en la Comunitat Valenciana dentro de una ofensiva mayor, a escala nacional, que incuía una abierta amenaza de su número tres, Pablo Echenique, de retirar el apoyo al PSOE en las autonomías donde sustentan gobiernos si se abstienen ante Rajoy, casi a la misma hora en que Montiel reivindicaba en las Corts mayor autonomía para que la federación valenciana que dirige pueda tomar decisiones de forma autónoma.

Pero la preocupación en Podemos existe. El sábado a la misma hora en que se confirmaba la defunción política de Sánchez, miembros de la dirección valenciana de la formación de Pablo Iglesias ya trataron la preocupación que suscita entre sus bases el posible giro del PSOE. Ayer, Montiel dijo que si los socialistas avanzan hacia la abstención, convocará de urgencia a la dirección para decidir si mantiene su apoyo al Consell.

Mientras, el PP mostró ayer su imagen más moderada. Isabel Bonig, dio su apoyo al PSOE «en todo lo que necesite» y le deseó «lo mejor». Por su parte, el portavoz de Ciduadanos aseguró que los cimientos del pacto de izquierdas se tambalean. «Hay una inestabilidad total y Podemos queda en una situación muy delicada», añadió.