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JaIme I tenía 30 años cuando conquistó Valencia

JaIme I tenía 30 años cuando conquistó Valencia

Tenía Jaime I 28 años y andaba sobrado peleando y politiqueando por todas partes intentando imponer sus criterios y voluntad. Los historiadores árabes, entre ellos Ibn al-Abbar, le llamaban el tirano. Era abril de 1236. Se empeñó en que un amigo suyo fuera obispo de Zaragoza, cuya sede quedó vacante. Y detuvo y encarceló al candidato elegido por el Cabildo de la Seo de aquella ciudad para que no fuera consagrado. La Iglesia le excomulgó. Seguido cayó gravemente enfermo, pidió confesión y se le negó la absolución si no cumplía dos condiciones: liberar al obispo electo y «celebrar una cruzada contra los musulmanes».

Recuperado el monarca, en octubre del mismo año convocó Cortes en Monzón, anunciando que había decidido realizar una cruzada contra el reino musulmán de Valencia, para lo que pidió las correspondientes bulas a Roma, que llegaron cuando el rey ya estaba en marcha. Se trataba de unos privilegios materiales y espirituales en que la Iglesia, la firmó el Papa Gregorio IX en febrero de 1237, equiparaba la cruzada de Valencia con las de Tierra Santa.

En junio de 1237 sus tropas estaban ya en el Puig, pero no eran suficientes para asaltar la ciudad fortificada de Valencia y tuvo que esperar reunir más tropas y caballeros que le ayudasen. El propio rey recorrió las regiones colindantes en busca de apoyos. Estando en espera, el rey moro de Valencia Ben Zayyán, con un nutrido ejército planteó batalla a las tropas cristianas, mandadas por un tío de don Jaime, en agosto de 1237. La victoria cristiana fue aplastante y lo que quedó del ejército moro se batió en retirada. Aprovecharon para conquistar los poblados y alquerías a su paso. La batalla, que se dio a lo largo de la extensión de l'Horta Nord, tiene sus curiosas crónicas legendarias.

Costó reunir gente y al rey se le aconsejó posponer la toma de Valencia, negándose éste, cuando había regresado de su viaje de reclutamiento. El rey Zayyán quiso pactar la paz con Jaime I entregándole algunos enclaves, pero el monarca se negó, al tiempo que iba tomando plazas como las de Nules, Almenara y la hoy Vall de Uixó. Viéndolas venir, los moros de Paterna fueron a entregársela sin condiciones a cambio de que les dejara trabajar en sus negocios de alfarería.

En abril de 1238, con algo más de un millar de soldados sitió Valencia. Jaime I y Zayyán en septiembre estuvieron dos semanas de duras negociaciones para rendir la ciudad hasta que culminaron con la firma de las capitulaciones, la rendición de Valencia, el 28 de septiembre en la tienda del rey, él vestido con las mejores galas, instalada a las puertas de la Al Russafa. Jaime I dejaba salir de la ciudad a los que quisieran llevándose sus enseres detrás y quienes se quedaren estarían protegidos por él, pasando de propietarios de casas y campos a inquilinos, pues los bienes ya se los habían repartido antes de entrar los cristianos. Le daba a Zayyán una tregua de siete años en que no sería atacado indicándoles el camino a Cullera y Dénia, territorios que de momento quedarían en sus manos.

Se les dieron 20 días para que se marcharan de la ciudad, lo hicieron por tierra y mar. Frente a la costa estaba fondeada la flota del rey de Túnez, que no se atrevió a desembarcar, creyendo que Jaime I tenía aquí ingentes cantidades de tropa. Ese día Jaime I ya se quedó dentro de la ciudad, aunque en el alcázar aún estaban los representantes de Zayyán que habrían cerrado los últimos detalles del pacto, bajo la jefatura de Abú Yamil, de donde saldrían el 8 de octubre.

El rey cristiano, cumplidos ya los 30 años, no quiso entrar en la ciudad solemnemente hasta que la desalojaran los mandos moros y todos aquellos que manifestaron su deseo de salir.

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