«Hi haurà un dia que no podrem més i llavors ho podrem tot». El verso de Vicent Andrés Estellés con el que el jefe del Consell cerró ayer su discurso del Nou d´Octubre sintetiza el espíritu de la jornada: cansancio ante la «injusticia» de la financiación y la escasez de inversiones estatales y, por otro lado, esperanza en transformar el problema valenciano en solución; «la vía valenciana» con la que Ximo Puig etiqueta las políticas del Consell del cambio.

La receta que ofreció el presidente de la Generalitat no es una sorpresa: unidad. La que se consiguió en las Corts con la firma de todos los grupos de un acuerdo «histórico» sobre la financiación, pero que ayer sonó de una manera distinta, después de una semana de tensión con el PP por su contraprogramación al acto que el Consell organizó en Madrid para intentar poner los focos sobre la cuestión valenciana.

«Una unidad „afirmó el presidente de la Generalitat„ que nos permitirá romper los muros de la invisibilidad valenciana. Una fuerza que nos permitirá volver a estar presentes en los grandes debates del futuro».

La unidad que es el eje también de los actos oficiales de la diada de este año: «Tots a una veu» es el lema, extraído del himno valenciano, igual que en 2015 Puig usó «¡Valencians en peus alcem-se!» como frase nuclear de su primero discurso como presidente.

«Ahora tots a una veu conseguiremos que el problema valenciano se convierta en parte de la solución de España», aseveró ayer Puig como filosofía del Nou d´Octubre. El discurso fue atravesando así las líneas maestras que el presidente de la Generalitat ha ido marcando sobre su acción de gobierno: la invisibilidad, la infrafinanciación, el regreso de la Comunitat Valenciana a los «grandes debates de futuro», el renacimiento social, la reparación o el liderazgo de una nueva idea de España. La vía valenciana, en definitiva, para el resto de España.

Frente a la crítica o un tono reivindicativo duro, Puig optó por un discurso en clave positiva, mirando más a un futuro esperanzador „hipotético„ que al pasado y al presente.

«Nuestro pueblo no sacará de la injusticia lamentos, sino argumentos para hacer viable el autogobierno», sentenció.

Si hace unos años, ejemplificó, cuando un problema no se entendía y no se le veía solución se decía que se estaba «valencianizando». Hoy, ese verbo, afirmó, significa «capacidad de entendimiento, reparación de derechos, reconstrucción económica, fuerza y unidad para defender la causa de la financiación».

Y sí, optimismo para encarar el futuro, pero no exento de determinación: «Somos gente de paz, gente de diálogo y de afectos, pero nunca bajaremos los brazos».

Un mensaje implítico hacia el Gobierno central, y en especial hacia el ministro Cristóbal Montoro, el repartidor del maná estatal. No hubo referencia explícita alguna en el discurso del president al Ejecutivo central, y tampoco a las dificultades para evitar unas terceras elecciones.

Sin que todo ello quiera decir que «el problema valenciano» es pasado. «Existe», dijo Puig. Se ha avanzado, remarcó, «gracias al acuerdo histórico de toda la sociedad valenciana, pero nos queda un combate difícil para superar la invisibilidad que acabará con la desigualdad». «¿Cómo hacer frente al paro, la exclusión social y el agotamiento del modelo productivo con infrafinanciación e infrainversión?», se preguntó.

El discurso sonó donde es habitual, en el Saló de Corts del Palau de la Generalitat, el de los grandes actos, y ante los valencianos „numerosos„ premiados este año con las distinciones.

Un salón lleno, como es habitual, de representantes de la política y la vida civil, con el ministro José Manuel García-Margallo como representante del Gobierno en funciones; con la vicepresidenta, Mónica Oltra como maestra de ceremonias, y con el Consell en pleno, así como con los expresidentes Joan Lerma, Eduardo Zaplana y Alberto Fabra. El presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, el alcalde de la ciudad, Joan Ribó,y la mesa de las Corts no faltaron. Hubo sonadas ausencias también, pero más importante, afuera había calles llenas de senyeres, vida y fiesta.