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El episodio final

La semana decisiva socialista

Puig y el PSPV encaran la fase final del gran dilema sobre facilitar un gobierno de Rajoy sin una posición definida y con presión creciente por el «no es no»

Quizás Valencia concluya la próxima semana en un sentido u otro el debate sobre el peso del palo de la senyera, pero otro momento que puede ser histórico en los próximos días es la decisión del PSOE sobre la gobernabilidad del país: ¿Rajoy, sí o no?, ¿abstención o terceras elecciones? A la vista del calendario marcado por el rey, y como el presidente de la comisión gestora del partido, Javier Fernández, tiene obligaciones protocolarias por el Premio Princesa de Asturias, es más que posible que haya que esperar al último día de la semana, dentro de siete días, para el debate definitivo, en un nuevo comité federal que pinta tan traumático como el anterior, el de la caída de Pedro Sánchez.

En clave valenciana, los socialistas han de ver si como organización se decantan por la abstención, el no al PP o el conjunto vacío. No hay previsión de una nueva comisión ejecutiva de país y, ni mucho menos, de un comité nacional del PSPV. En el último comité federal, el grupo valenciano (22 representantes) se partió en dos casi por la mitad entre las dos opciones entonces presentes. Sí es más probable que, ahora, el líder y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acabe pronunciándose antes del fin de semana próximo sobre el gran dilema socialista.

Puig se ha movido estratégicamente en el último conflicto al lado de Susana Díaz y los otros presidentes autonómicos de la mitad sur peninsular, un sector que da indicios cada día de apostar por la abstención en la hipotética investidura de Rajoy. Sin embargo, por intereses locales de gobierno (aquellos no tienen acuerdos con Podemos), por trayectoria política y por concepción periférica de Estado, Puig tiene muchos puntos en común con quienes no se apean del «no es no».

El efecto Correa

Un elemento que se incorpora desde el jueves pasado al tablero de juego es la corrupción de Gürtel. Por más que los principales cabezas de la gestora han intentado levantar una barricada contra los efectos destructores de este caso de corrupción, las barreras no han podido detener el aroma de putrefacción que desprende la declaración del principal cabecilla, Francisco Correa, a pesar de que este ha intentado controlar que la onda expansiva de la detonación verbal no alcance a Rajoy.

Está por ver ahora qué consecuencias provoca en los cuadros socialistas del comité federal, si bien la abundancia de cargos públicos y electos facilita el control del voto por parte de los dirigentes de las grandes federaciones.

La situación, no obstante, no deja de ser paradójica, con un partido personado en la causa (Gürtel) interesado la última semana (al menos, en las formas) en dañar lo menos posible al partido acusado. «De locos», clamaba esta semana un veterano del PSPV, una formación endeudada, entre otras cosas, por el coste de los procesos abiertos en la lucha contra la corrupción popular.

Para abonar más el terreno en la semana crucial, al cerebro de Gürtel le toca responder mañana lunes al abogado de los socialistas valencianos sobre la extensión de la mancha de la corrupción con los gobiernos valencianos del PP.

En la comisión ejecutiva del PSPV de esta semana hubo mayoría de opiniones que implícitamente „verbalizarlo cuesta, lo cual ya evidencia el significado del paso„ se decantaban por la abstención, pero hubo también muchos silencios.

Estos contrastan con las agrupaciones locales, comarcales e incluso provinciales (Castelló) que han aprobado resoluciones (con mayor o menor indignación) a favor del «no».

El criterio mayoritario de las bases parece claro. No obstante, el auténtico líder (el líder total, en palabras de Ortega y Gasset), actúa libre, sin dependencias, en defensa del bien mayor. Al regreso de la misión a Cuba, a Puig „y al resto de líderes socialistas„ le toca practicar el análisis de riesgos con tres cartas en la mano: el partido, España y la Comunitat Valenciana.

Juego de posibilidades

El panorama de variables a esta fecha de la partida se puede resumir en tres. Una abstención sin ningún apoyo más al PP sería una forma de salir del paso con la implicación mínima. El riesgo es que el PP, al ver cercenada luego su acción de gobierno, disolviera en el plazo mínimo las Cortes y cogiera el PSOE en pleno proceso de reconstrucción.

Una abstención con un acuerdo con el PP sobre una serie de asuntos esenciales (presupuestos, financiación, educación...) aportaría estabilidad al Gobierno y a las autonomías, aunque el PP tendría en sus manos abrir el juego de qué comunidades salen mejor paradas (la valenciana, por su peso, no suele ser de las primeras en la lista de prioridades). Podemos exprimiría además el estigma del respaldo a Rajoy. Bajo la óptica valenciana, un clima político de este tipo enturbiaría la relación con los socios de gobierno. Con todo, siempre sería un gobierno popular en minoría, mientras que si se repiten comicios Rajoy podría encontrarse con una nueva legislatura en mayoría.

Esa es la tercera opción, las nuevas elecciones con un candidato desconocido socialista, sin un liderazgo firme y la organización desencajada. Tras el espectacular conflicto interno, se da por hecho que el PSOE perdería escaños e incluso „las encuestas no lo contemplan abiertamente así„ podría producirse el temido sorpasso de Pablo Iglesias. En la parte positiva, los socialistas mantendrían una posición sólida ante la militancia y el electorado de cara a una reconstrucción. Puig, además, gozaría de una vida presumiblemente plácida con los socios del Consell.

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