Año 2013. Agentes del Equipo contra el Crimen Organizado (ECO) de Alicante, dependiente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, detectan un grupo integrado mayoritariamente por marroquíes que está detrás del transporte de miles de kilos de hachís. Lo que empieza como una investigación más contra las redes de tráfico internacional de esta droga cultivada en el Rif acaba como una de las más brillantes y exitosas operaciones contra la financiación del yihadismo en toda Europa.

El ECO de Alicante, que a lo largo de los tres años que duró la investigación vio cómo se le unían la DEA, la Policía Nacional francesa, la Guardia di Finanza italiana, el Servicio de Aduanas francés y varios servicios de inteligencia de Europa y Estados Unidos, culminó el golpe a este entramado en septiembre pasado con la incautación en aguas del Estrecho de casi 20.000 kilos de hachís que un buque de bandera panameña trasladaba, ocultos en dobles fondos bajo una carga de madera, hacia Libia. El cómputo final de la bautizada como «Operación Urca» fue la intervención de casi cien toneladas de esa droga y la detención de 109 personas en cinco fases. En total, cinco buques de gran calado interceptados con hachís y dos más repletos de armas para el Estado Islámico -11.400 armas largas, un millón de cartuchos y diez toneladas de nitrato amónico, uno de los explosivos más utilizados por los yihadistas- cuyo destino era la ciudad libia de Misrata, bastión del Estado Islámico (EI).

La droga era llevada por tierra y mar hasta Libia y los jugosos beneficios de su venta iban a parar a las arcas del EI para financiar la compra de armas y explosivos.