La basura molesta. Incordia tanto que hay pocas cosas que se tiren cada día. Pasa en los hogares y también en la política. La gestión de residuos es una fuente de roces entre ayuntamientos y organismos supralocales encargados de los desechos. Molesta desde la ubicación de las plantas de tratamiento y eliminación de residuos hasta el cobro de las tasas al contribuyente. Todo irrita. Pero hay formas de reducir problemas y explotar sinergias. Y hay que trabajar por conseguirlo. Así lo pusieron de relieve ayer los presidentes de los tres grandes consorcios de gestión de residuos de la Comunitat Valenciana en la tercera conferencia del ciclo «Nuevos modelos de gestión medioambiental», organizado por el Club Mercantil Diario Levante y FCC Medio Ambiente en la sede de la Fundación Bancaja.

Taifas de residuos. Debilidades y oportunidades de los consorcios. Ése era el tema central de la mesa redonda. Alicia Brancal, vicealcaldesa de Castelló y responsable del consorcio de residuos de La Plana (44 municipios, 375.000 habitantes), puso de relieve el doble filo del actual sistema de gestión de residuos. La unión de ayuntamientos para compartir u obtener servicios comunes y reducir costes y dificultades, con solidaridad eficiente gracias a las economías de escala, tiene un reverso pernicioso en la práctica. «Los consorcios están formados por municipios heterogéneos en tamaño, maneras de gestionar y partidos políticos. Cuesta mucha pensar como consorcio. Cada población continúa dejando que pese el interés de su propio municipio. Eso debilita el concepto de consorcio», afirma.

Y añade una derivada: cuando entran en juego los liderazgos de unos ayuntamientos por delante de otros, los egos de representantes municipales y las polémicas partidistas locales, el cóctel «acaba dificultando una gestión eficaz y eficiente de los residuos». Brancal pidió que la uniformidad no deje sin atender las especificidades de cada zona. También se opuso a que prime el control de Administraciones que apenas contribuyen en lo económico: Generalitat y diputaciones.

Llega el contenedor marrón. En la mesa, moderada por el periodista de Levante-EMV José Sierra, cobró protagonismo la inminente entrada del quinto contenedor en las calles de Valencia y Alicante. Es el contenedor marrón para recoger materia orgánica y convertirla, mediante un tratamiento diferenciado, en compost de calidad para el campo. Pilar Soriano, presidenta de la Entidad metropolitana para tratamiento de residuos en Valencia (Emtre: 45 municipios, 1,5 millones de personas), avanzó ayer que el 14 de noviembre se pondrá en marcha la experiencia piloto.

Los primeros contenedores marrones se implantarán en los barrios de Benimaclet y Sant Marcel·lí con la aspiración de que lleguen a toda la ciudad de Valencia en 2018. Soriano defendió la idea de saber «conjugar la visión municipal con la visión metropolitana» y destacó la «oportunidad económica» que representa la puesta en marcha del contenedor marrón. Si se generan ingresos, avanzó Soriano, «puede repercutir en la tasa Tamer que se traslada a los ciudadanos».

Premio a quien recicle. También Alicante va a iniciar la aventura marrón. Gabriel Echávarri, alcalde de Alicante y responsable del consorcio de gestión de residuos de Alicante (328.000 personas, una ciudad), destacó que el próximo año instalarán los primeros contenedores marrones y desplegarán «campaña de educación y concienciación». Entre ellas, se está barajando la posibilidad de entregar a los hogares una llave electrónica para identificarse en los contenedores marrones con el fin de «premiar a los usuarios que más lo utilicen». En función de los kilos de residuos orgánicos que deposites en el nuevo contenedor marrón, podrás recibir bonificaciones para asistir a actos culturales como cine o teatro.

Aviso del Consell. En la clausura del acto, el director general de Cambio Climático y Calidad Ambiental, Joan Piquer, pronunció un discurso contundente que no dejó indiferentes a los asistentes por la forma y el fondo (un juego de preguntas con respuestas) y sus aseveraciones categóricas. Primero tomó como premisa que más de un 85 % de valencianos paga en periodo voluntario su tasa de residuos urbanos. Luego afeó a otras instancias „empresas concesionarias, consorcios de residuos„ que no alcancen ese nivel de compromiso en su gestión.

Este ingeniero superior industrial „que ha sido gerente de dos consorcios de residuos (C1 y C3/V1)„ afirmó que se ha realizado un «uso partidista por parte de algunos, y especulativo por parte de otros», de la gestión de los residuos. Que las empresas han primado la rentabilidad a corto plazo. Piquer reclamó más consenso, más personal cualificado en los consorcios y las Administraciones, y más colaboración sincera de las empresas. «Las empresas que quieran tratar residuos como mecanismos de especulación o buscando una hiperrentabilidad a corto plazo „proclamó el director general„ deben ser expulsadas del sistema, con los mecanismos que la Ley de contratos ofrece a las Administraciones Públicas y previos los trámites administrativos pendientes».