«En innovación y emprendimiento no existe el hombre renacentista que es capaz de hacerlo todo el solo, por tanto el liderazgo es convencer a profesionales de primer nivel para que se unan a tu proyecto». Un consejo que vale su peso en oro si tenemos en cuenta que viene del ingeniero en Telecomunicaciones Iñaki Berenguer (Muro d´Alcoi, 1977), quien ayer recibió en Madrid el Premio Liderazgo Joven 2016 de la Fundación Rafael del Pino.

Formado en la Universitat Politècnica de València (UPV), Berenguer ha cumplido el sueño de muchos emprendedores, crear su propia empresa tecnológica de la nada, hacerla crecer y venderla en tres años por 30 millones de dólares. Las primeras palabras de Berenguer fueron de agradecimiento para la Fundación Rafael del Pino, pues la beca de excelencia que le concedió esta entidad le permitió «formarse con los mejores», en referencia al máster de Negocios (MBA) que hizo en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston.

Allí fue donde en 2009 fundó Pixable, una empresa emergente (start-up) dedicada a la recolección, compartición y almacenamiento de fotos y vídeos en internet que tres años después vendió al gigante singapurés SingTel. Hoy, cuando aún no ha cumplido los 40, ya va por su tercera start-up, CoverWallet, una firma para la que en un año ha logrado 10 millones de dólares de financiación y con la que aspira a revolucionar el mercado de los seguros para los 30 millones de pyme que hay en EE UU, agilizando la tramitación de las pólizas.

Berenguer resumió las tres patas del éxito del emprendimiento en: «tener una idea innovadora, que identifique una necesidad y la resuelva de una forma original, y que vaya destinada a un mercado grande con muchos clientes potenciales, además de rodearse de un buen equipo».

El emprendedor valenciano afincado en Nueva York desveló que desde que vendió Pixable ha invertido en 25 start-up, la mayoría de ellas españolas, y dijo que en un mundo donde las cosas cambian a velocidad de vértigo, y ese cambio genera muchas nuevas oportunidades, «la riqueza de las naciones ya no se mide por el petróleo, sino por el talento». «Y la mejor forma de desarrollar el talento es la educación», concluyó.